viernes, 21 de enero de 2022

REFLEXIÓN: ¿ROPA DE INVIERNO?


Mañana comenzará una nueva jornada y voy a aprovechar para intentar explicarles a los que no son de esta zona del sur de Tenerife lo complicado que es a veces decidir qué ropa ponerse en estos días de invierno. Empecemos:Te levantas cuando está amaneciendo y te pones una camiseta de manga larga, porque aún no se ha ido el fresquito del relente de la noche. Haces algunas cosas de casa, desayunas y te preparas para salir. Aún hace fresco fuera, pero sabes que camiseta de manga larga no es conveniente llevar porque a media mañana hará calor y te va a hacer sudar de lo lindo. Decides que sea de manga corta, pero la complementas con una rebequita o sudadera, más aún si vives cerca de la costa y tienes que acercarte a alguna zona de interior porque aquí eso significa subir en altura hasta llegar a tu destino, y en seis o siete kilómetros ya estás a 600 metros sobre el nivel del mar y eso significa un clima completamente diferente, bastante más frío en invierno y con calor agobiante en verano.

Bien. Nos habíamos quedado con camiseta y chaqueta, pero la mañana avanza y entre las 11 y las 12 horas, ya lo de la sudadera como que hay que descartarla si ha salido el sol porque la prenda empieza a hacer honor a su nombre.

Supongamos que regresas a casa para comer. Si es así, la temperatura ya ha empezado a recordar más al verano, y llegas con ganas de hacerle un homenaje a la sombra. La de un árbol o una pared, me refiero. Total, que para en casa te arrancas la camisa y la tendencia es quedarse con el torso desnudo, en sujetador o camiseta sin mangas, dependiendo de los gustos de cada cual y los inconvenientes que pueden suponer ciertas protuberancias para los entes humanos del sexo femenino.

Y en el comienzo de la tarde, si tienes que salir, se reanuda el proceso, pero esta vez en sentido contrario porque a partir de las 17 o 18 horas, la chaqueta o la sudadera vuelven a ser necesarias. Y en casa, pues más o menos igual hasta que llega la noche. Eso sí, viviendo cerca de la costa, lo de usar pijama para dormir lo considero una verdadera temeridad. Y en todo caso, con una sabanita y quizás una manta muy ligera, vas sobrado. Como pueden comprobar, esto es un sin vivir. Se hace muy dura la estación fría por estos lares. 

POESÍA: FRUTO


Miro el árbol atento,

su serenidad, su cima,

y en la rama solo queda

un único espía

un único testigo

de su hechura en el aire

contemplándonos.

El último fruto vigilante

y sincero, que enhebra

con el tiempo

y con nosotros su cosecha.

Me quedo un buen rato

mirándolo en silencio

y me hace sentir

que la única misión

que vale la pena cumplir,

es la de avivar la vida. 

REFLEXIÓN: AFIRMA EL LADRÓN...


La ciencia se basa en cosas que se han comprobado sobradamente y cuyo margen de error es cada vez menor conforme se sabe más sobre ellas, eso es algo más que evidente en casos como la medicina y las ciencias biológicas. Comprobar la seguridad y efectividad de las vacunas frente a la covid-19 antes de aprobarlas para su uso de manera extensa ha sido la razón de los amplios ensayos previos que se hicieron y la subsiguiente necesidad de aprobación para su uso generalizado por agencias enormemente expertas y responsables. Y la disminución de la gravedad de los casos de covid subsiguientes tras un año de vacunación generalizada, junto a que ahora la enfermedad grave afecta de manera muy preferente a los no vacunados, confirma lo esperable tras los ensayos previos. Puede que al principio pudiera haber un margen razonable para entender las dudas en el tema de las vacunas, pero a estas alturas, negar lo ya comprobado no ya en ensayos sino tras un año de uso extensivo y en muy diferentes países es querer no ver lo que resulta evidente. La cuestión es que los que afrontan de forma radical su negacionismo frente a las vacunas contra la Covid-19, la realidad es que se oponen a cualquier tipo de vacuna, aunque en este caso puntual utilicen argumentos específicos para enmascarar su postura. La cuestión es que, cuando se argumenta que las informaciones que nos llegan sobre la pandemia y las estadísticas sobre contagios y víctimas han sido manipuladas para engañar a la opinión pública porque forman parte de un gran complot para mantenernos atemorizados y en manos de las industrias farmacéuticas, es una forma de razonar que sirve para negar la validez de estas vacunas, y para cualquier otra, ya sea la de la viruela, el sarampión, o la malaria, que es la más reciente. La mayoría de la gente que conozco que no se ha vacunado contra la covid, tampoco había vacunado a sus hijos anteriormente contra enfermedades que ya habían sido erradicadas y que estaban empezando a asomar de nuevo la patita por culpa del negacionismo, que ha aprovechado la confusión y el caos que produjo la aparición de esta pandemia para salir de las sombras y aprovechar el miedo generado para hacer de las suyas. La suya es la única gran conspiración que ha habido en torno al coronavirus, pero afirma el ladrón que todos son de su condición. 

jueves, 20 de enero de 2022

POESÍA: NO FUE ESA LA VIDA


Nos arropábamos

en los rincones de los barrios,

y éramos felices.

Y caían al suelo

nuestras ropas,

y caían de los árboles

muchachas,

y soñábamos así,

con los ojos

oscuramente abiertos, 

soñábamos así

con la música,

que no hace preguntas,

que es coágulo, raíz o vena.

Y estaba ahí anudado,

estaba y sabíamos

que el paisaje germina

de un racimo de ojos,

que susurran las viejas

en las esquinas,

que jamás íbamos

a ensayar la incertidumbre,

ni el simulacro de saberse

cansados de la vida.

Qué equivocados estábamos,

en realidad no fue esa la vida. 

Nunca lo ha sido,

salvo en lo iluso de los sueños. 

OPINIÓN: UNA NUEVA GUERRA EN EUROPA


En cuanto olieron la sangre, las tropas rusas se movieron a Kazajistán con la misma velocidad que los insectos atraídos por una luz encendida en medio de la noche. Ahora se despliegan en Bielorrusia para hacer “maniobras”, como también rodean parte de Ucrania con una poderosa contumacia (100.000 soldados) que nos recuerdan quiénes fueron, quiénes son y quién es ese aspirante a nuevo zar que es Puttin. Para aquellos dormidos en los laureles (la mayoría), hay varias cosas que recordar: invadieron Crimea y se la quedaron; derribaron un avión de un vuelo comercial entre Holanda y Kuala Lumpur como si tal cosa; y mantienen un conflicto abierto en el Este de Ucrania en el que han muerto ya 14.000 personas. ¡14.000 personas! Ya es una décima parte de lo que dejó la última y salvaje guerra en continente europeo, la de Yugoslavia.

Las migas que arrojan los acontecimientos para que vayamos recorriendo el sendero del conflicto nos van entreteniendo como unas noticias más, pero pronto nos depositarán ante la mansión donde habitan los ogros: que es la agresividad de Rusia, su ansiedad por restablecer y exhibir su espíritu imperial y la ristra de cadáveres que podremos contemplar. Que ya podríamos, si quisiéramos.

Y parece que está lejos. Pero el giro estratégico de Rusia que acompaña este movimiento prebélico y bélico pasa por pagar mucho más caro el gas, pues ingentes cantidades que antes iban a Europa ya viajan rumbo a China, un cliente más voraz y menos exigente que nosotros. Los ciberataques se suceden. Y las sanciones europeas, el frustrante método de castigo que está en la mano de Occidente, desfallecen ante la nueva capacidad de Rusia y China de aliarse sin necesitarnos demasiado.

¿Cuáles son las soluciones? Aquí llega la contradicción. Europa y Estados Unidos pierden protagonismo, potencia y capacidad de maniobra en un nuevo universo en el que otros poderes consolidan su pujanza. El castillo de bienestar y derechos que conforma el Viejo Continente atrae a millones de inmigrantes que huyen del cambio climático y los conflictos, pero no está siendo capaz de atraer con eficacia a quienes buscan democracia. Esta ya no está de moda. El mundo ha cambiado sin que sepamos aún qué forma va a adquirir el futuro próximo: no será Guerra Fría, no será guerra mundial, ni será imperio de las democracias liberales; una nueva distribución del poder dará más a los autócratas y menos a los demócratas. Y en ese contexto llega una más que posible nueva guerra en Europa. 

miércoles, 19 de enero de 2022

POESÍA: TIEMPO DE ALAMBRADAS


Ya no escribo poemas 

sobre los campos

de concentración. 

Y es que, ahora mismo

todo poema sucede

en un campo de concentración, 

porque vivimos en el tiempo

de las alambradas.

Y el campo está a resguardo,

porque además existe

gracias a la incredulidad

de la mayoría

de sus contemporáneos.


Pd. : ¿Por qué sigue abierto aún Guantánamo? ¿Por qué nos hemos olvidado de que ahí sigue ese atentado contra los derechos humanos? 

INFORME: VIRUS, VACUNAS, PANDEMIA Y ENDEMIA


En su mayoría, las vacunas protegen frente a las enfermedades. Lo cual no significa que impidan siempre y por completo la infección. Pero son una gran ventaja en términos coste/beneficio. Y una enfermedad con una elevada prevalencia crónica en la población es una endemia. Por eso cada vez más, lo que nos está pasando se parece a una endemia en los países que han llevado a cabo campañas masivas de vacunación. Cabe preguntarse también por la manía de llamar enfermos o casos a los asintomáticos. Se les debe llamar portadores. Y los portadores son una pesadilla para los epidemiólogos, pero mientras no lo sean para el sistema asistencial, el riesgo está bajo control. Bajo esa premisa, la población no debería entrar en la histeria de someterse a una prueba diagnóstica tras otra con el único resultado de saber que es portador. ¿No hay un sobrediagnóstico sesgado que, a estas alturas, con tantos vacunados, nos desvía de la verdadera magnitud sanitaria? Un portador, claro está, disemina el patógeno. Eventualmente, puede enfermar, incluso de forma grave. No es cuestión de descuidarse, lo es de dimensionar e interpretar unos resultados analíticos que son, en puridad, lo que la gente obtiene con las pruebas de antígenos. Y esa interpretación les cabe a los sanitarios, no a los ciudadanos (ni los medios de comunicación). En segundo término, de esa valoración técnica sanitaria, los políticos y los administradores deben, después, adoptar decisiones.

Si se llevase a cabo un muestreo nasofaríngeo sobre otros patógenos y microorganismos oportunistas tan masivo como el que ahora lleva a cabo la población de manera activa, voluntaria, convencida y hasta compulsiva, ¿qué resultados obtendríamos? Enormes cantidades de portadores de todo tipo de virus, por no hablar de estreptococos y bacterias. Una lista tremenda. ¿Todos enfermos, todos casos, todos contagiados, todos confinados, todos en peligro? Pues no. Todos vamos a morir, pero no hay prisa. Somos portadores, sí, pero en cuanto la presión sobre la atención primaria decaiga, y seguramente lo hará en las próximas semanas, y a falta de variantes más virulentas, podríamos entrar en una situación endémica.

Quede claro pues que los vacunados pueden transmitir el virus. Pero su carga vírica es mucho menor que la de un no vacunado. Por eso, tiene menos probabilidades de desarrollar la enfermedad y de contagiar a otros. Pero, sobre todo, esa menor carga vírica hace que el riesgo de que en su organismo surjan variantes nuevas del virus son mucho menores, porque la tasa de multiplicación es más baja. Pura aritmética. Y eso es algo casi tan importante como lo anterior. Por tanto, la vacunación es una herramienta esencial en la lucha contra esta y otras virosis. La viruela o la peste bovina se pudieron erradicar gracias a la existencia de vacunas muy baratas y eficaces. Son las dos únicas enfermedades infecciosas erradicadas en la historia. Recordemos otras dos terribles virosis disminuidas al mínimo gracias a las vacunas: poliomielitis y rabia. Y muchas otras. Respecto a la covid, los no vacunados contagian y se enferman más. Ese coste económico y social hace insolidarios y socialmente peligrosos a quienes no se vacunan deliberadamente. Su atención sanitaria la pagamos todos. Transmiten más. Y proveen de más oportunidades al virus para que nuevas variantes aparezcan. En el otoño de 2021 la pandemia parecía controlada en los países con alta tasa de vacunación. La sanidad estaba descargada, las vacunaciones iban a buen ritmo y las medidas sociosanitarias se relajaban en consonancia. La economía se recuperaba. Tanto, que los reductos negacionistas se servían de un cierto cansancio ante las restricciones aún existentes y los antivacunas elevaron la voz.

Pero los virus cambian. Ómicron apareció a principios de noviembre – hace nada- y ya se ha difundido por todo el mundo (más de 100 países) y se ha hecho mayoritaria. Se dice que es el virus de más rápida propagación en la historia. Puede ser. La ventaja evolutiva de esta nueva variante es de libro: los patógenos más exitosos se adaptan a su hospedador (y entorno) de forma que se aseguren su multiplicación y transmisión a nuevos individuos. Matar al hospedador no es un buen negocio. Generar portadores, en cambio, es una ganga. Ómicron casi triplica la tasa de transmisión de la variante dominante anterior (delta), que ya era elevada, pero, sobre todo, los casos parecen ser más leves, tanto porque la población en algunos lugares esté vacunada en gran parte, como porque ómicron es menos virulenta. Pero no es inocua. Hay enfermos. Así que no se puede bajar la guardia: la vacunación y las demás medidas sociosanitarias no pueden abandonarse aún. Es más, probablemente será necesario crear nuevas vacunas adaptadas a las variantes del virus que vayan apareciendo en el futuro, por lo que tendremos que también que asumir el hecho de vacunarnos cada cierto tiempo.

Pero la evolución del virus requerirá además de modificaciones en la conducta social e individual. Algunos cambios en nuestra forma de interacción social (distancia, contacto), la higiene individual y colectiva (mascarillas, lavado frecuente de manos, geles, ventilación), la sanidad (protocolos, personal específico), la educación (hábitos higiénicos, docencia telemática), el trabajo (teletrabajo, virtualización) o el turismo (requisitos sanitarios de viaje o entretenimiento) podrán suavizarse, pero seguramente nos acompañarán en nuestras vidas pospandémicas. Superar la pandemia no será volver a un estado prepandémico, sino generar nuevos comportamientos adaptados a necesidades evolutivas, como el virus. Aprender y evolucionar. Nada es constante excepto el cambio, ese principio tiene que formar parte de nuestras vidas. 

martes, 18 de enero de 2022

PINTURA: EDWARD HOPPER R


En "el sol de la mañana" una mujer adulta se sienta en su cama mientras observa por la ventana. La cama está hecha, por lo que podemos situar la escena en el momento del día en el que, tras despertarse y hacer la cama, la protagonista se sienta brevemente sobre ella. El paisaje le muestra un cielo azul radiante y un edificio de ladrillos rojos característico de Nueva York.

La habitación es lisa: pared blanca, sábanas blancas, ni un solo ápice de color o decoración, nada que nos hable de la persona que la habita. Todo inundado de luz, una luz matinal que ilumina tenuemente a la mujer, absorta en sus pensamientos. Lleva el pelo recogido y una especie de camisón o vestido rojo, y se acurruca sutilmente colocando sus manos sobre sus piernas y acercándolas a su pecho. Su rostro delata cansancio y melancolía. Todo hermosamente austero.

Otro de los elementos claves de Edward Hopper por excelencia es el tratamiento de la luz, con la cual juega para transmitir sensaciones. En este caso, la luz de un nuevo día incide de diferente manera en los elementos del cuadro, creando un contraste de sombras.

Y, por supuesto, en las obras de Hopper predomina la soledad y, por lo tanto, un inalterable silencio.