martes, 18 de enero de 2022

PINTURA: EDWARD HOPPER R


En "el sol de la mañana" una mujer adulta se sienta en su cama mientras observa por la ventana. La cama está hecha, por lo que podemos situar la escena en el momento del día en el que, tras despertarse y hacer la cama, la protagonista se sienta brevemente sobre ella. El paisaje le muestra un cielo azul radiante y un edificio de ladrillos rojos característico de Nueva York.

La habitación es lisa: pared blanca, sábanas blancas, ni un solo ápice de color o decoración, nada que nos hable de la persona que la habita. Todo inundado de luz, una luz matinal que ilumina tenuemente a la mujer, absorta en sus pensamientos. Lleva el pelo recogido y una especie de camisón o vestido rojo, y se acurruca sutilmente colocando sus manos sobre sus piernas y acercándolas a su pecho. Su rostro delata cansancio y melancolía. Todo hermosamente austero.

Otro de los elementos claves de Edward Hopper por excelencia es el tratamiento de la luz, con la cual juega para transmitir sensaciones. En este caso, la luz de un nuevo día incide de diferente manera en los elementos del cuadro, creando un contraste de sombras.

Y, por supuesto, en las obras de Hopper predomina la soledad y, por lo tanto, un inalterable silencio.

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