Qué chocante es sentir
el viento en su nitidez
de pelos revueltos
y qué inquietante esta
inmovilidad inquebrantable
frente al mar convulso
soportando las agujas
de agua azotándome
los pequeños crustáceos
cerca de mí, sobre mi dorso
silenciosos y activos.
Qué decir de las gaviotas
graznando sus vuelos
sobre las olas:
De vez en cuando
me abraza la sangre
de una comida voraz
que poco a poco se evapora.
Y están esos jóvenes
temerarios que aprovechan
la firme disposición
que tengo en este entorno
para arrojarse temerarios
en brazos de las aguas.
Entre tanta vida
la parálisis es mi destino...
Y por ser roca litoral,
lloro mi esencia costera
con lágrimas de salitre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario