Bendito seas tú,
Venerable Pecado.
Llena mi vida
con los deleites
que escondes.
Colma tu ansia
de todos nosotros,
pobres mortales.
Líbranos del virus
de la falsaria moral
y sus portavocías.
Llora a los que sufran
la injusta condena
de la viga ajena
señalada sobre el ojo
de una lágrima.
Premia a los valientes
que deshonren
con sus transgresiones
la inmunda asepsia
del mundo cuadriculado...
Ahora, que es la hora
de nuestra vida,
Amén.
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