Belleza en su grado más puro
que deja mil y un asombros
en la piel y el corazón,
marco para arrinconar
el tiempo y sus dictaduras
pues en El Cotillo sobran.
Paisaje de arenas blancas
que tatúa versos de aliento,
lugar donde la paz
se respira interiormente
en un escenario inigualable
para reinventar de nuevo
lo primordial de la existencia.
Perfección de la geografía
donde experimentar
lo tantas veces soñado
sobre días de sal y terciopelo
empapados de serenidad.
Perspectiva de noches claras
con destellos de luna y mar
donde el amor estimula
a ser degustado con alegría.
En ese rincón del mundo
se obró un día el milagro
de encontrar un paraíso
que ahora se hace nostalgia,
pues allí decidió quedarse
el mejor pedazo de mi alma
y por eso habré de volver
siempre que la vorágine
de la ruta vital lo permita.
2 comentarios:
Preciosa idea, precioso texto, preciosas fotos.
Te aseguro que todo el mérito es del lugar, un rincón increíble situado en el norte de Fuerteventura, que me ha conquistado para siempre...
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