que viven una existencia
quizás de poco fuste
y bien poco les importa.
Individuos anónimos
que son ejemplo
en su buen hacer
y te sorprenden
si tienes la suerte
de encontrarlos.
Personas humildes,
buenas en toda
la extensión de la palabra.
Existen, lo sabes
porque has tenido
la suerte de encontrarte
con algunas.
Por la vida, en el trabajo,
en los recuerdos.
Se interesan sin más
por lo que haces,
por lo que piensas.
Son generosos,
se les nota a la primera
y ni siquiera
se dan cuenta,
por eso les admiras.
Como aquel campesino
que fue tu abuelo
y te dio a oler un día
un puñado de tierra
mientras te hablaba
del respeto que se le debe.
Como aquél profesor
amante tanto de la poesía
que te la inoculó
en la sangre para siempre.
Como el compañero
que el transcurrir del tiempo
lo convirtió en amigo
y luego en hermano.
Como la jovencita
que demostró coraje
para superar su amargura
y te ganó el corazón
de padre que aún tienes.
Gente así de grande
en su sencillez
de incógnito ejemplo
y a las que quieres.
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