ENAMORARSE

Y si te enamoras de alguien

ten por seguro que será

como cualquier otro,

un ser casi insignificante

a veces mecido

por una pasión inevitable.

Será un hombre

que respira, come, clarifica,

miente, sufre y llora,

está abocado a la simpleza

o a veces al heroísmo,

y casi siempre a la más burda

de las mezquindades.

Podría ser alguien

incluso como yo mismo,

pequeño o grandioso,

con esa otredad diferente

del prójimo, ajeno o similar.

Tan próximo como lejano,

luz en tormenta o Ítaca destrozada

por la labor implacable

del tiempo y las realidades.

Y si yo mismo me enamorase

sería de una mujer compleja,

extraña como una sombra

que siente y perjura,

habla y se equivoca

y no acaba de descifrar

lo absurdo que es a veces

la acción conjunta

de neuronas y hormonas.

Pero sin embargo

si tú te enamoras

y yo me enamorase

ambos del uno a la otra,

nos elevaríamos sobre las nubes,

pintaríamos del color

del cielo nuestros ojos.

La sonrisa compartida

tendría la categoría del amanecer

y cuando hablásemos, el habla

sería una armonía polifónica

que pareciera un coro

de ángeles y potencias.

Tocaríamos algo con la mano

y lo volveríamos oro,

y cada segundo de la vida

valdría cualquier existencia

porque sería una oportunidad

y la razón para seguir respirando

cada mañana al levantarnos.

Nos convertiríamos por ensalmo

en seres ilusionarios

capaces de mitológicas hazañas,

semidivinos y humanos

pasados siempre por el tamiz

de la miopía, el amor y el dolor...