Ahora que estamos
aquí reunidos
en verdad os digo,
hermanos,
que todo ciudadano
tiene derechos inalienables,
como por ejemplo,
a ser considerado
sempiterno sospechoso,
a que su alma
le sea brutalmente disecada
y agotada su cartera
por intereses socioeconómicos
a menudo inconfesables,
así como a permanecer
condenado al silencio
durante la eternidad
que le dure la angustia
sobre la perspectiva
de un despido laboral
o la pérdida de su hogar
por no pagar la hipoteca.
Tiene derecho a que la vida
vaya perdiendo valor
en los balances financieros
y en los grandes ideales…
Pero sobre todo
ha de estar espiritual
y sicológicamente preparado
para soportar estoicamente
cualquier crisis
que le caiga encima,
por la infinita gracia de Dios
y la intolerable indignidad
de sus gobernantes.
2 comentarios:
Eres un crack. Te felicito por tus escritos. Un abrazo.
Con leer esto uno se da cuenta cuan difícil es imaginar un Dios que nos ayuda .
Hoy has escrito con dureza, me gusta.
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