Desde la tarde anterior, un embriagador sentimiento de felicidad le había inundado el corazón. Aparentemente, nada podía borrar la sonrisa tonta que se le había fijado a la cara.
-Será porque la vida la sonreía y él tenía que devolverle el regalo- pensaba.
Nunca hubiese imaginado que una sensación como aquella pudiese existir: Borracho de alegría, con la adrenalina circulando sin cesar por sus venas. Al fin se había decidido a dar el paso que tantas dudas le planteaba, y las cosas no pudieron haber salido de mejor manera: La respuesta de ella fue digna de la mejor de las historias de amor. Cuando le dio el ramo, ella se había arrojado a sus brazos, y le entregó los labios para un beso que casi los dejó sin aliento.
Aún notaba su sabor en la boca. Sin poder dormir, se levantó antes del alba para desfogar la tensión acumulada corriendo por el parque. No recordaba tanta energía en su cuerpo. Después de una hora de trote ligero al compás de la música que le llegaba desde los auriculares, contempló como amanecía un día radiante de sol. La música y las sensaciones que ardían en su cuerpo se entremezclaban y le revoloteaban por dentro.
Con tantas emociones no se dio cuenta de los dos jóvenes que le seguían. Ni el bate de béisbol que uno de ellos llevaba en la mano. Cuando atravesaba una zona de espesa arboleda, un golpe en la cabeza le sorprendió mortalmente. En un instante todo estalló: la música, sus esperanzas, la imagen de la chica, la resplandeciente mañana... Quedó hecho un ovillo entre la hojarasca del otoño, mientras la canción que sonaba en aquél momento por el MP3 se alejaba en manos de los agresores...
Aún notaba su sabor en la boca. Sin poder dormir, se levantó antes del alba para desfogar la tensión acumulada corriendo por el parque. No recordaba tanta energía en su cuerpo. Después de una hora de trote ligero al compás de la música que le llegaba desde los auriculares, contempló como amanecía un día radiante de sol. La música y las sensaciones que ardían en su cuerpo se entremezclaban y le revoloteaban por dentro.
Con tantas emociones no se dio cuenta de los dos jóvenes que le seguían. Ni el bate de béisbol que uno de ellos llevaba en la mano. Cuando atravesaba una zona de espesa arboleda, un golpe en la cabeza le sorprendió mortalmente. En un instante todo estalló: la música, sus esperanzas, la imagen de la chica, la resplandeciente mañana... Quedó hecho un ovillo entre la hojarasca del otoño, mientras la canción que sonaba en aquél momento por el MP3 se alejaba en manos de los agresores...
No hay comentarios:
Publicar un comentario