Hay noticias que pasan casi de refilón en los periódicos, pero que si logras dar con ellas, te alegran el día. Porque resulta que uno sabe que en el mundo ocurren cosas positivas, pero es difícil verlas reproducidas en los medios. Las cosas cambian, pero no tanto como para que ya no se cumpla el viejo adagio periodístico de que las noticias buenas no venden.
La de Elhadij Diouf es fantástica. Un ejemplo de integración en una nueva vida y en la sociedad que lo ha acogido después del infierno de la emigración y los cayucos. Dice que cuando aún se encontraba en Dakar, la capital de Senegal donde vive toda su familia, no tenía ni idea de que existían las Islas Canarias. Su padre, que es pescador, si le había hablado algo sobre un Archipiélago que decían era un paraíso. La familia no está en una situación tan dramática como otras en la zona. Él ayudaba ya desde niño, contribuyendo con un trabajo de carpintero. Pero las historias que se cuentan y las imágenes que les llegaban por la televisión eran un imán irresistible: Se obsesionó con ese Paraíso que, por sobre todas las cosas deseaba conocer. Lo demás es una historia, que por conocida, no deja de estremecer: El viaje duró siete días, y el cayuco arribó a La Gomera. Como aún era menor no fue expulsado: Lo trasladaron a Tenerife y acabó siendo uno más del grupo que destinaron al centro de acogida que hace unos meses el Ayuntamiento de la localidad de Tegueste donó para este fin.
Allí se reorganizó de nuevo su vida, aprendiendo español, haciendo un cursillo de carpintería para aprovechar sus conocimientos previos e integrándose poco a poco en la nueva sociedad donde se desarrollaría su vida. Un día, hace aproximadamente unos nueve meses, los tutores del centro organizaron una visita al Terrero de Lucha Canaria de Tegueste...
Para los que no lo sepan, la Lucha Canaria es un deporte autóctono de las islas. Un auténtico tesoro antropológico que practicaban los habitantes prehispánicos del archipiélago (los conocidos comúnmente como guanches), y que ha llegado milagrosamente hasta nosotros convertido en uno de los símbolos de la identidad canaria. Y sigue vivo. Muy vivo. Los grandes luchadores, a los que se les conoce con la denominación de “puntales”, se convierten en auténticas leyendas, algunos incluso han dado el salto con éxito a otras disciplinas de lucha más conocidas a nivel internacional (El Judo, por ejemplo) y disputado Olimpiadas representando a España. Hasta tal punto es así, que denominar en el transcurso de una conversación a una persona diciendo que es “un puntal”, viene a significarlo como alguien destacado, que merece el reconocimiento de los demás.
Elhadij Diouf evidentemente desconocía todo esto. Tampoco importó demasiado. Su encuentro con la lucha canaria fue un flechazo. Se enamoró a primera vista de nuestro deporte. En el transcurso de la visita disputó su primera luchada y ya no cejó hasta que acabó fichando por el equipo del pueblo: El Cemex Tegueste Ono. En el transcurso de los ocho meses siguientes se ha ganado el cariño y el respeto de compañeros y entrenadores. A pesar de no tener la corpulencia de los puntales (mide 1,80 y pesa 76 kilos), su estilo ha encandilado a todos. Su entrenador dice que su evolución ha sido asombrosa y define su estilo, curiosamente, como la de un luchador a la antigua usanza, de los que dificulta mucho la brega de los adversarios usando las contras y hace hincapié en que puede llegar muy alto.
Mientras tanto, los demás aspectos de su vida también se encauzaban. Se ha hecho mayor de edad, ha mejorado mucho su español, se ha independizado del centro de acogida y vive en un piso en Tegueste compartido con otros tres compañeros de singladura, dos de ellos jugadores del equipo de fútbol. Y ha encontrado trabajo de carpintero.
La de Elhadij Diouf es fantástica. Un ejemplo de integración en una nueva vida y en la sociedad que lo ha acogido después del infierno de la emigración y los cayucos. Dice que cuando aún se encontraba en Dakar, la capital de Senegal donde vive toda su familia, no tenía ni idea de que existían las Islas Canarias. Su padre, que es pescador, si le había hablado algo sobre un Archipiélago que decían era un paraíso. La familia no está en una situación tan dramática como otras en la zona. Él ayudaba ya desde niño, contribuyendo con un trabajo de carpintero. Pero las historias que se cuentan y las imágenes que les llegaban por la televisión eran un imán irresistible: Se obsesionó con ese Paraíso que, por sobre todas las cosas deseaba conocer. Lo demás es una historia, que por conocida, no deja de estremecer: El viaje duró siete días, y el cayuco arribó a La Gomera. Como aún era menor no fue expulsado: Lo trasladaron a Tenerife y acabó siendo uno más del grupo que destinaron al centro de acogida que hace unos meses el Ayuntamiento de la localidad de Tegueste donó para este fin.
Allí se reorganizó de nuevo su vida, aprendiendo español, haciendo un cursillo de carpintería para aprovechar sus conocimientos previos e integrándose poco a poco en la nueva sociedad donde se desarrollaría su vida. Un día, hace aproximadamente unos nueve meses, los tutores del centro organizaron una visita al Terrero de Lucha Canaria de Tegueste...
Para los que no lo sepan, la Lucha Canaria es un deporte autóctono de las islas. Un auténtico tesoro antropológico que practicaban los habitantes prehispánicos del archipiélago (los conocidos comúnmente como guanches), y que ha llegado milagrosamente hasta nosotros convertido en uno de los símbolos de la identidad canaria. Y sigue vivo. Muy vivo. Los grandes luchadores, a los que se les conoce con la denominación de “puntales”, se convierten en auténticas leyendas, algunos incluso han dado el salto con éxito a otras disciplinas de lucha más conocidas a nivel internacional (El Judo, por ejemplo) y disputado Olimpiadas representando a España. Hasta tal punto es así, que denominar en el transcurso de una conversación a una persona diciendo que es “un puntal”, viene a significarlo como alguien destacado, que merece el reconocimiento de los demás.
Elhadij Diouf evidentemente desconocía todo esto. Tampoco importó demasiado. Su encuentro con la lucha canaria fue un flechazo. Se enamoró a primera vista de nuestro deporte. En el transcurso de la visita disputó su primera luchada y ya no cejó hasta que acabó fichando por el equipo del pueblo: El Cemex Tegueste Ono. En el transcurso de los ocho meses siguientes se ha ganado el cariño y el respeto de compañeros y entrenadores. A pesar de no tener la corpulencia de los puntales (mide 1,80 y pesa 76 kilos), su estilo ha encandilado a todos. Su entrenador dice que su evolución ha sido asombrosa y define su estilo, curiosamente, como la de un luchador a la antigua usanza, de los que dificulta mucho la brega de los adversarios usando las contras y hace hincapié en que puede llegar muy alto.
Mientras tanto, los demás aspectos de su vida también se encauzaban. Se ha hecho mayor de edad, ha mejorado mucho su español, se ha independizado del centro de acogida y vive en un piso en Tegueste compartido con otros tres compañeros de singladura, dos de ellos jugadores del equipo de fútbol. Y ha encontrado trabajo de carpintero.
Nuestro protagonista entrenando
Hace pocos días saltó la noticia: Diouf ha sido convocado entre los 14 integrantes de la Selección Juvenil de Lucha Canaria de Tenerife, que está preparando una competición a nivel regional. Está que no cabe en sí de contento. También están felices los componentes de todos los estamentos del llamado deporte vernáculo en la isla: Directivos, luchadores históricos, los demás componentes de la selección que son ahora sus compañeros. Todos hablan maravillas de él y dicen que da gusto verle entrenarse con tantas ganas e ilusión. Quizás el único que no se da cuenta de la gran trascendencia histórica del hecho es el mismo protagonista: Se ha convertido en el primer extranjero en una selección de lucha canaria. Ya ha ocurrido en otros deportes más mayoritarios: La selección masculina cadete canaria de basket ha estado en los dos últimos años en la élite nacional: Campeones de España hace dos y finalistas en la última temporada. Más de la mitad de sus componentes eran nacidos en otros países, formando un extraordinario ejemplo de convivencia de canarios provinentes de medio mundo.
Pero el caso que nos ocupa es especial, por tratarse de la Lucha Canaria. Ajeno a todo el revuelo que ha levantado, “El Puntal de Dakar”, como lo llaman cariñosamente sus compañeros, se entrena diariamente, se atraganta después con la comida que más le gusta: las papas bravas y los bocadillos de pollo. Cuando se le habla del cambio que ha dado su vida, comenta que "la gentes es muy buena conmigo. Me ayudan mucho. Quiero ser luchador. Hay contacto, fuerza y...". "Nobleza", le apunta otro juvenil con una sonrisa. Todos en el mundo de la lucha se han dado cuenta con Elhadij que conocer a un chico como él cambia la percepción sobre la inmigración. Su compostura ha bastado para derribar prejuicios y rechazos absurdos. "Es una persona como otra cualquiera. Estamos encantados con él", dice De la Rosa, que le ofrece un dulce. Él lo acepta, pero entre carcajadas dice prefiere las papas bravas. Hoy tienen otro motivo de celebración: Por primera vez ha podido hacer un envío de dinero a su familia en Dakar. Les ha mandado 60 euros.
Pero el caso que nos ocupa es especial, por tratarse de la Lucha Canaria. Ajeno a todo el revuelo que ha levantado, “El Puntal de Dakar”, como lo llaman cariñosamente sus compañeros, se entrena diariamente, se atraganta después con la comida que más le gusta: las papas bravas y los bocadillos de pollo. Cuando se le habla del cambio que ha dado su vida, comenta que "la gentes es muy buena conmigo. Me ayudan mucho. Quiero ser luchador. Hay contacto, fuerza y...". "Nobleza", le apunta otro juvenil con una sonrisa. Todos en el mundo de la lucha se han dado cuenta con Elhadij que conocer a un chico como él cambia la percepción sobre la inmigración. Su compostura ha bastado para derribar prejuicios y rechazos absurdos. "Es una persona como otra cualquiera. Estamos encantados con él", dice De la Rosa, que le ofrece un dulce. Él lo acepta, pero entre carcajadas dice prefiere las papas bravas. Hoy tienen otro motivo de celebración: Por primera vez ha podido hacer un envío de dinero a su familia en Dakar. Les ha mandado 60 euros.
Nota: La noticia y la correspondiente foto ha sido publicada esta semana en el diario “La opinión de Tenerife.
2 comentarios:
De verdad que es una gran noticia. Emociona ver como con buena voluntad por parte de unos y otros se puede conseguir la integración de muchos inmigrantes y una mejor convivencia.
Esperemos que sirva de ejemplo para muchos y muchas.
Genia
Conocozco en particular a diouf, dándole clases de español, y se le nota el gran tezón que pone en todo lo que hace.Es un chico con un gran futuro y gran presente, apoyo y ejemplo para muchos de sus compañeros emigrantes que han estado con él en el Centro y del cuál siente una admiración como del hermano mayor...donde con determinación todo es posible...Hay otros chicos haciendo grandes cosas que también aunque no salgan a la luz pública son almas de bendición para la sociedad por su aporte y sus ganas de dar cariño y compartir .
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