Pancho, fotografiado por Francisco J. García Sicilia
A sus 40 años, Pancho se ha convertido en todo un personaje entre las gentes de su isla. Los que lo conocen personalmente hablan maravillas de él: De sus gestos de cariño y la ternura con que trata a los que se le acercan. Y aunque no lo hayan visto in situ, todos lo quieren. Sin él pretenderlo, se ha convertido en el protagonista de un increíble movimiento social que pretende salvarle la vida. Porque Pancho está en peligro: La maldad de los hombres no respeta a nada ni a nadie.
Perdonen, que se me olvidaba decirlo. Sepan que Pancho no es humano, aunque eso sea lo de menos: Es un pez. Un estupendo ejemplar de mero de 40 kilos de peso, que vive en los fondos rocosos cercanos a las costas de la Reserva Marina del Mar de las Calmas, en la isla del Hierro. Ha sabido escoger su casa: El lugar es un auténtico paraíso donde todos los años se celebra a finales de octubre el Fotosub Isla del Hierro, un certamen de fotografía submarina al que asisten los principales practicantes de este deporte de todo el mundo. Todos, por cierto, viejos amigos de Pancho, que seguro será de nuevo un fascinante anfitrión en la edición de 2007, a la que se le ha querido dar un sabor muy especial en su honor.
Porque aprovechando el evento, los herreños han hecho oír su voz en favor de Pancho y se movilizan para advertir que estarán pendientes del que ose molestarle. Las autoridades lo han convertido ya en uno de los iconos de la isla, los pescadores profesionales insisten en la necesidad de protegerlo y hacen hincapié en que es un tesoro para atraer el tipo de turismo por el que los herreños apuestan, y los empresarios de hostelería ya hace tiempo que se pusieron de acuerdo para que en las cartas de los restaurantes no hayan recetas con pescados de su especie.
En teoría nuestro amigo debería sentirse a salvo en la reserva marina donde vive, pero los pescadores furtivos son un azote que no da respiro. Más de una vez han intentado cazarle. De hecho, tiene cicatrices en la boca por haber mordido anzuelos de los que siempre ha sabido zafarse. Los meros tienen fama de ser inteligentes, y Pancho desde luego que lo es: ha aprendido hasta el punto de hacerse con la carnada sin picar. Peor suerte tuvo Natalia, su compañera, que hace unos años pereció a manos de estos auténticos salvajes que lo dejaron solo, ya que no ha vuelto a tener pareja.
Afortunadamente, nada de esto ha dejado huella en su carácter. Sigue siendo un animal afable al que le gusta acercarse a saludar a los submarinistas que le visitan y rozarse con ellos. Se rumorea que les llama la atención especialmente las del género femenino y si tienen el cabello rubio, mejor... Dicen también que le encanta posar cuando ve una cámara, como si supiese su estatus de pez famoso entre los buceadores de todo el planeta. No es ninguna exageración: En google hay cientos de referencias a su figura.
Pero lo más importante es que para los herreños simboliza el respeto por su medio natural y más concretamente el marino, que durante décadas ha sido una fuente de alimento y ahora puede convertirse también en una alternativa válida al turismo de masas del que la isla no quiere saber nada.
Sirva también esta historia para que los practicantes de la caza submarina reflexionen sobre las maravillas que les puede aportar la alternativa que supone la fotografía bajo el mar. El respeto por los seres vivos no tiene por qué estar reñido con la práctica de su deporte favorito. Seguro que Pancho lo agradecería.
Y un último consejo a los que esta historia les haya tocado la vena sensible: Para los que no lo sepan, no se debería orinar en los charcos costeros, porque suelen ser los lugares preferidos por los meros hembra para depositar los huevos y la orina tiene un efecto tóxico, causando la muerte a los pececillos recién nacidos.
Como ha expresado el Cabildo de El Hierro (la máxima institución de la isla) en un comunicado, es responsabilidad de todos el que esta y otras especies dejen de estar en peligro de extinción en nuestras aguas. Ojalá que Pancho sea también el símbolo de nuestro compromiso con la preservación de la biodiversidad de la vida.
Perdonen, que se me olvidaba decirlo. Sepan que Pancho no es humano, aunque eso sea lo de menos: Es un pez. Un estupendo ejemplar de mero de 40 kilos de peso, que vive en los fondos rocosos cercanos a las costas de la Reserva Marina del Mar de las Calmas, en la isla del Hierro. Ha sabido escoger su casa: El lugar es un auténtico paraíso donde todos los años se celebra a finales de octubre el Fotosub Isla del Hierro, un certamen de fotografía submarina al que asisten los principales practicantes de este deporte de todo el mundo. Todos, por cierto, viejos amigos de Pancho, que seguro será de nuevo un fascinante anfitrión en la edición de 2007, a la que se le ha querido dar un sabor muy especial en su honor.
Porque aprovechando el evento, los herreños han hecho oír su voz en favor de Pancho y se movilizan para advertir que estarán pendientes del que ose molestarle. Las autoridades lo han convertido ya en uno de los iconos de la isla, los pescadores profesionales insisten en la necesidad de protegerlo y hacen hincapié en que es un tesoro para atraer el tipo de turismo por el que los herreños apuestan, y los empresarios de hostelería ya hace tiempo que se pusieron de acuerdo para que en las cartas de los restaurantes no hayan recetas con pescados de su especie.
En teoría nuestro amigo debería sentirse a salvo en la reserva marina donde vive, pero los pescadores furtivos son un azote que no da respiro. Más de una vez han intentado cazarle. De hecho, tiene cicatrices en la boca por haber mordido anzuelos de los que siempre ha sabido zafarse. Los meros tienen fama de ser inteligentes, y Pancho desde luego que lo es: ha aprendido hasta el punto de hacerse con la carnada sin picar. Peor suerte tuvo Natalia, su compañera, que hace unos años pereció a manos de estos auténticos salvajes que lo dejaron solo, ya que no ha vuelto a tener pareja.
Afortunadamente, nada de esto ha dejado huella en su carácter. Sigue siendo un animal afable al que le gusta acercarse a saludar a los submarinistas que le visitan y rozarse con ellos. Se rumorea que les llama la atención especialmente las del género femenino y si tienen el cabello rubio, mejor... Dicen también que le encanta posar cuando ve una cámara, como si supiese su estatus de pez famoso entre los buceadores de todo el planeta. No es ninguna exageración: En google hay cientos de referencias a su figura.
Pero lo más importante es que para los herreños simboliza el respeto por su medio natural y más concretamente el marino, que durante décadas ha sido una fuente de alimento y ahora puede convertirse también en una alternativa válida al turismo de masas del que la isla no quiere saber nada.
Sirva también esta historia para que los practicantes de la caza submarina reflexionen sobre las maravillas que les puede aportar la alternativa que supone la fotografía bajo el mar. El respeto por los seres vivos no tiene por qué estar reñido con la práctica de su deporte favorito. Seguro que Pancho lo agradecería.
Y un último consejo a los que esta historia les haya tocado la vena sensible: Para los que no lo sepan, no se debería orinar en los charcos costeros, porque suelen ser los lugares preferidos por los meros hembra para depositar los huevos y la orina tiene un efecto tóxico, causando la muerte a los pececillos recién nacidos.
Como ha expresado el Cabildo de El Hierro (la máxima institución de la isla) en un comunicado, es responsabilidad de todos el que esta y otras especies dejen de estar en peligro de extinción en nuestras aguas. Ojalá que Pancho sea también el símbolo de nuestro compromiso con la preservación de la biodiversidad de la vida.
Novedad: Pancho en Youtube:
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