Gerry Adams e Ian Paisley
En realidad, nunca pensé que lo que está ocurriendo en el Ulster fuera más que una quimera largamente deseada. Aunque desde hace tiempo se han venido dando pasos en dirección a la paz, por una vez me encontraba en el bando de los descreídos. Imaginaba que algo ocurriría para acabar llevando al fracaso todo el proceso. No me digan que no había motivos para pensar así, aunque siempre deseé que acabase la pesadilla para la población de Irlanda del Norte. Décadas de enfrentamiento armado, cientos de muertos y un odio irrefrenable son materia para el escepticismo.
Y claro que ha habido momentos en que deba la impresión que las cosas se vendrían abajo, que parecían cogidas con pinzas que serían relativamente sencillo de eliminar. Pero la apuesta tanto del Primer Ministro británico (en realidad, el único aspecto claramente positivo de su mandato), el apoyo sin fisuras recibido por parte de los partidos de la oposición, así como la apuesta por la paz de los irlandeses ha resultado mucho más firme de lo que pensábamos.
La foto de Ian Paisley, líder unionista y Gerry Adams, de los republicanos del Sinn Fein, celebrando el acuerdo de constitución de un gobierno de unión nacional donde el primero será Presidente y el número dos del Sinn Fein, Martin Macguinnes el Vicepresidente, pasará a la historia. Hay que seguir con los pies en el suelo y el futuro no estará exento de tensiones. Los enemigos que tanto odio se han profesado no se reconvierten de la noche a la mañana, y los recelos tampoco desaparecen fácilmente. Ninguno de los bandos ha renunciado públicamente a sus objetivos finales:
Los unionistas a ser parte del Reino Unido y los republicanos a formar una Irlanda Unida, pero el IRA se ha desarmado y su más enconado enemigo compartirá labores de gobierno.
Era una condición imprescindible para avanzar en el proceso autonomista de los territorios del Norte de Irlanda. El ejército británico abandona progresivamente sus bases en la zona y una riada de 77.000 millones de euros lloverá los próximos cuatro años para ayudar a su desarrollo. No es descabellado pensar que si todo se desarrolla sin sobresaltos demasiado bruscos, sea cierto lo que ha dicho el Ministro Británico para Irlanda del Norte –Peter Hain- sobre que está naciendo un territorio totalmente nuevo.
Es tentador establecer paralelismos con otro territorio de la Unión Europea donde el terrorismo aún sigue actuando. Diferencias las hay, pero el ejemplo viene dado por la altura de miras, y el saber dar prioridad al bienestar de la gente sobre otros aspectos que, en realidad, nunca han sido más secundarios en una Europa unida y un mundo cada vez más globalizado. Comprender los violentos que sus acciones no conducen a ningún sitio, y asumir todos que la paz llega por la vía de la negociación, es el único camino que nos queda. Pero, por ahora, sólo podemos celebrar que la paz haya llegado al Ulster. Hoy es un gran día, vaya que sí.
Y claro que ha habido momentos en que deba la impresión que las cosas se vendrían abajo, que parecían cogidas con pinzas que serían relativamente sencillo de eliminar. Pero la apuesta tanto del Primer Ministro británico (en realidad, el único aspecto claramente positivo de su mandato), el apoyo sin fisuras recibido por parte de los partidos de la oposición, así como la apuesta por la paz de los irlandeses ha resultado mucho más firme de lo que pensábamos.
La foto de Ian Paisley, líder unionista y Gerry Adams, de los republicanos del Sinn Fein, celebrando el acuerdo de constitución de un gobierno de unión nacional donde el primero será Presidente y el número dos del Sinn Fein, Martin Macguinnes el Vicepresidente, pasará a la historia. Hay que seguir con los pies en el suelo y el futuro no estará exento de tensiones. Los enemigos que tanto odio se han profesado no se reconvierten de la noche a la mañana, y los recelos tampoco desaparecen fácilmente. Ninguno de los bandos ha renunciado públicamente a sus objetivos finales:
Los unionistas a ser parte del Reino Unido y los republicanos a formar una Irlanda Unida, pero el IRA se ha desarmado y su más enconado enemigo compartirá labores de gobierno.
Era una condición imprescindible para avanzar en el proceso autonomista de los territorios del Norte de Irlanda. El ejército británico abandona progresivamente sus bases en la zona y una riada de 77.000 millones de euros lloverá los próximos cuatro años para ayudar a su desarrollo. No es descabellado pensar que si todo se desarrolla sin sobresaltos demasiado bruscos, sea cierto lo que ha dicho el Ministro Británico para Irlanda del Norte –Peter Hain- sobre que está naciendo un territorio totalmente nuevo.
Es tentador establecer paralelismos con otro territorio de la Unión Europea donde el terrorismo aún sigue actuando. Diferencias las hay, pero el ejemplo viene dado por la altura de miras, y el saber dar prioridad al bienestar de la gente sobre otros aspectos que, en realidad, nunca han sido más secundarios en una Europa unida y un mundo cada vez más globalizado. Comprender los violentos que sus acciones no conducen a ningún sitio, y asumir todos que la paz llega por la vía de la negociación, es el único camino que nos queda. Pero, por ahora, sólo podemos celebrar que la paz haya llegado al Ulster. Hoy es un gran día, vaya que sí.
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