No me pidas que renuncie a la noche
en la que aún no te he encontrado.
No me ruegues que relegue el ansia
de llenar el hueco de tu ausencia
en el lugar donde habitan los deseos.
Tus suspiros son el eco de sonidos
apagados en la distancia de no verte.
Mi apetito se hace carne donde quiera
que habite tu cuerpo tan soñado.
Las noches se envuelven de arrugas
mientras mis manos habitan las sombras
que deja en la nada el calor de tu alma.
No me pidas que acepte el silencio
que contiene el frío de no encontrarte
y despejar los secretos que encierras.
Se hace dura esta singladura solitaria
imaginando tus paraísos cálidos
y los tesoros que promete esa piel
tras los lienzos blancos de tu lecho.
Mujer siempre imaginada; Me gustas
porque reniegas de todo lo inmaculado,
y en tus palabras y gestos se filtra
la sensualidad de tus ritmos vitales.
Eres el punto exacto donde convergen
los anhelos que transportan mis venas.
Y así voy fabricando mis sueños
con retazos tuyos que nunca encuentro.
en la que aún no te he encontrado.
No me ruegues que relegue el ansia
de llenar el hueco de tu ausencia
en el lugar donde habitan los deseos.
Tus suspiros son el eco de sonidos
apagados en la distancia de no verte.
Mi apetito se hace carne donde quiera
que habite tu cuerpo tan soñado.
Las noches se envuelven de arrugas
mientras mis manos habitan las sombras
que deja en la nada el calor de tu alma.
No me pidas que acepte el silencio
que contiene el frío de no encontrarte
y despejar los secretos que encierras.
Se hace dura esta singladura solitaria
imaginando tus paraísos cálidos
y los tesoros que promete esa piel
tras los lienzos blancos de tu lecho.
Mujer siempre imaginada; Me gustas
porque reniegas de todo lo inmaculado,
y en tus palabras y gestos se filtra
la sensualidad de tus ritmos vitales.
Eres el punto exacto donde convergen
los anhelos que transportan mis venas.
Y así voy fabricando mis sueños
con retazos tuyos que nunca encuentro.
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