Uno: Arrepentimiento
Hay estudios científicos que, aplicados a los diversos temas que jalonan la actualidad del día a día, pueden aportarnos una visión mucho más esclarecedora sobre lo que ocurre a nuestro alrededor y ayudar a entenderlos. En la revista Nature, dos investigadores en neurología conocidos con Hauser y Damacio (este, Premio Príncipe de Asturias), afirman que los pacientes que tienen destruido el córtex prefrontal ventromedial (con perdón) "muestran una disminución general en su capacidad de respuesta emocional y una marcada reducción de las emociones sociales -como la compasión, la vergüenza y la culpa- que están estrechamente relacionadas con los valores morales". Explican que lo más sorprendente es que ese daño no afecta a la inteligencia general, ni el razonamiento lógico, así como tampoco anula el conocimiento de las normas sociales y morales. Las personas afectadas pueden llevar una vida normal, su inteligencia no se ha visto afectada, pero tienen menoscabadas las respuestas emocionales, por lo que no se avergüenzan ni pueden sentir compasión.
Hay que recordar que tanto José María Aznar como su sucesor en el PP han sufrido dos experiencias traumáticas. El primero, aquél atentado de ETA contra su coche, que se salvó gracias al blindaje. Y Mariano Rajoy, el accidente del helicóptero que casi le cuesta también la vida. Me pregunto si acaso ambos hayan salido aparentemente ilesos, pero con daños cerebrales que puedan haber pasado desapercibidos para los médicos. En cuanto a Acebes y a Zaplana no consta que hayan tenido accidentes de mayores, pero pudiera ser que en su infancia o adolescencia recibieran alguna pedrada en la cabeza.
Aquí podría estar la explicación de por qué personas que han llegado a ejercer cargos públicos de tanta relevancia y que son los líderes del principal partido de la oposición, siguen enquistados en su postura de apoyar la intervención armada extranjera en un país al que han convertido en un infierno para sus habitantes.
No solo consideran que la invasión, destrucción y consiguiente desmantelamiento del Estado de Irak es cosa del pasado -un asunto "rancio" ha dicho su responsable de política exterior-, sino necesaria para que el mundo fuera más libre y pacífico al librarse de un "monstruo". Insisten, además, en que pronto veremos cómo las tinieblas iraquíes se convertirán en un país próspero y democrático. Sin duda, el ejercicio de la política es harto difícil y complejo. El error acecha en cada decisión, como sucede en cualquier ámbito de la vida. Por lo tanto, arrepentirse, pedir disculpas, ha de formar parte del código ético de cada persona. Si los miles de muertos y los millones de desplazados sólo causan comentarios irónicos en estos individuos, algo grave está pasando. Y personalmente, prefiero apaciguar la sensación de repugnancia con una explicación científica que tenga que ver con algo denominado córtex prefontral ventromedial (con perdón).
Dos: Orgullo mal entendido
Opinar libremente es una condición indispensable para el desarrollo de un sistema democrático. Sin la posibilidad de investigar, denunciar las injusticias y reclamar las reformas necesarias, el ser humano está condenado a la opresión. El libre ejercicio del periodismo reviste tanta importancia que se ha convertido en uno de los más peligrosos que existen en el mundo: Mas de mil periodistas perecieron en la última década ejerciendo su oficio. Así que no es moco de pavo que la misma Declaración Universal de los Derechos Humanos recoja que los individuos no puedan ser molestados a causa de sus opiniones, y tengan derecho a investigar, recibir informaciones y difundirlas sin limitación de fronteras, por cualquier medio a su alcance. La lucha por la libertad de expresión no es, por tanto, algo corporativo que la sociedad contempla como una cosa rara de los profesionales. La expresión libre es un derecho de los más amenazados en todo el mundo porque es el más claro exponente de la libertad, tanto individual como colectiva. La única limitación es la penal, y ese es el recurso al que deben acudir los que se sientan atacados por algún medio de comunicación.
Todo este preámbulo sale a relucir porque de nuevo, la derecha de este país da una vuelta de tuerca en su estrategia desestabilizadora. En su deliro de, o estas conmig, o estás contra mí, se lanza a tumba abierta contra un medio de comunicación que ha criticado abiertamente esa estrategia. El derecho que exigen para insultar públicamente se torna indignación cuando son ellos el objeto de la crítica. Las veladas alusiones que se han vertido, advirtiendo a lo que supone las fuentes de financiación de una empresa que ha de ser independiente para ejercer su labor informadora, claman al cielo.
El señor Polanco sólo ha expresado de viva voz lo que muchos venimos sintiendo desde hace tiempo. Es más: Personalmente considero que los actuales dirigentes del PP son un peligro para la democracia y están llevando al partido en un viaje que puede no tener retorno hacia la extrema derecha. Se sienten cómodos desfilando a paso de ganso con la vista puesta cara al sol y este ataque contra el Grupo Prisa es un chantaje inadmisible y un paso atrás hacia los tiempos de la censura que parecen añorar.
Y tranquilos. Que no se culpe a nadie más de estas opiniones que al que las suscribe. Por lo que pudiera suceder, que nunca se sabe.
Hay estudios científicos que, aplicados a los diversos temas que jalonan la actualidad del día a día, pueden aportarnos una visión mucho más esclarecedora sobre lo que ocurre a nuestro alrededor y ayudar a entenderlos. En la revista Nature, dos investigadores en neurología conocidos con Hauser y Damacio (este, Premio Príncipe de Asturias), afirman que los pacientes que tienen destruido el córtex prefrontal ventromedial (con perdón) "muestran una disminución general en su capacidad de respuesta emocional y una marcada reducción de las emociones sociales -como la compasión, la vergüenza y la culpa- que están estrechamente relacionadas con los valores morales". Explican que lo más sorprendente es que ese daño no afecta a la inteligencia general, ni el razonamiento lógico, así como tampoco anula el conocimiento de las normas sociales y morales. Las personas afectadas pueden llevar una vida normal, su inteligencia no se ha visto afectada, pero tienen menoscabadas las respuestas emocionales, por lo que no se avergüenzan ni pueden sentir compasión.
Hay que recordar que tanto José María Aznar como su sucesor en el PP han sufrido dos experiencias traumáticas. El primero, aquél atentado de ETA contra su coche, que se salvó gracias al blindaje. Y Mariano Rajoy, el accidente del helicóptero que casi le cuesta también la vida. Me pregunto si acaso ambos hayan salido aparentemente ilesos, pero con daños cerebrales que puedan haber pasado desapercibidos para los médicos. En cuanto a Acebes y a Zaplana no consta que hayan tenido accidentes de mayores, pero pudiera ser que en su infancia o adolescencia recibieran alguna pedrada en la cabeza.
Aquí podría estar la explicación de por qué personas que han llegado a ejercer cargos públicos de tanta relevancia y que son los líderes del principal partido de la oposición, siguen enquistados en su postura de apoyar la intervención armada extranjera en un país al que han convertido en un infierno para sus habitantes.
No solo consideran que la invasión, destrucción y consiguiente desmantelamiento del Estado de Irak es cosa del pasado -un asunto "rancio" ha dicho su responsable de política exterior-, sino necesaria para que el mundo fuera más libre y pacífico al librarse de un "monstruo". Insisten, además, en que pronto veremos cómo las tinieblas iraquíes se convertirán en un país próspero y democrático. Sin duda, el ejercicio de la política es harto difícil y complejo. El error acecha en cada decisión, como sucede en cualquier ámbito de la vida. Por lo tanto, arrepentirse, pedir disculpas, ha de formar parte del código ético de cada persona. Si los miles de muertos y los millones de desplazados sólo causan comentarios irónicos en estos individuos, algo grave está pasando. Y personalmente, prefiero apaciguar la sensación de repugnancia con una explicación científica que tenga que ver con algo denominado córtex prefontral ventromedial (con perdón).
Dos: Orgullo mal entendido
Opinar libremente es una condición indispensable para el desarrollo de un sistema democrático. Sin la posibilidad de investigar, denunciar las injusticias y reclamar las reformas necesarias, el ser humano está condenado a la opresión. El libre ejercicio del periodismo reviste tanta importancia que se ha convertido en uno de los más peligrosos que existen en el mundo: Mas de mil periodistas perecieron en la última década ejerciendo su oficio. Así que no es moco de pavo que la misma Declaración Universal de los Derechos Humanos recoja que los individuos no puedan ser molestados a causa de sus opiniones, y tengan derecho a investigar, recibir informaciones y difundirlas sin limitación de fronteras, por cualquier medio a su alcance. La lucha por la libertad de expresión no es, por tanto, algo corporativo que la sociedad contempla como una cosa rara de los profesionales. La expresión libre es un derecho de los más amenazados en todo el mundo porque es el más claro exponente de la libertad, tanto individual como colectiva. La única limitación es la penal, y ese es el recurso al que deben acudir los que se sientan atacados por algún medio de comunicación.
Todo este preámbulo sale a relucir porque de nuevo, la derecha de este país da una vuelta de tuerca en su estrategia desestabilizadora. En su deliro de, o estas conmig, o estás contra mí, se lanza a tumba abierta contra un medio de comunicación que ha criticado abiertamente esa estrategia. El derecho que exigen para insultar públicamente se torna indignación cuando son ellos el objeto de la crítica. Las veladas alusiones que se han vertido, advirtiendo a lo que supone las fuentes de financiación de una empresa que ha de ser independiente para ejercer su labor informadora, claman al cielo.
El señor Polanco sólo ha expresado de viva voz lo que muchos venimos sintiendo desde hace tiempo. Es más: Personalmente considero que los actuales dirigentes del PP son un peligro para la democracia y están llevando al partido en un viaje que puede no tener retorno hacia la extrema derecha. Se sienten cómodos desfilando a paso de ganso con la vista puesta cara al sol y este ataque contra el Grupo Prisa es un chantaje inadmisible y un paso atrás hacia los tiempos de la censura que parecen añorar.
Y tranquilos. Que no se culpe a nadie más de estas opiniones que al que las suscribe. Por lo que pudiera suceder, que nunca se sabe.
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