Las tardes de otoño
las del sol
de ocres y marrones
me saludan
después que todos
los pájaros
se acostaran temprano.
Hay música
para cantarle al aire
mi silencio
dejo
que mi andar de años
no tropiece
con el grito que apaga
poco a poco
y muy despacio
mi garganta.
Parezco que voy
pero es que vengo
para guardar la ropa
que ya no me pongo.
Me va la lluvia
cuando es lenta
no abusa de agua
y moja apenas
calmando la sed
de los cansados
que como es mi caso
al hogar regresan.
Parecería
que llego
desnudándome
buscando cama
y sin embargo noto
que en realidad me alejo
para estar
conmigo mismo:
soy así,
no puedo evitarlo.

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