Naturaleza Muerta con Zapato Viejo (1937) es una de las piezas más emblemáticas de la producción de Joan Miró, si bien no es la más representativa.
Una sensación de angustia domina todo el lienzo: El zapato viejo, el triste mendrugo de pan, el tenedor desproporcionado… son símbolos que llenan la escena de desasosiego, una sensación intensificada por la fuerza de los colores vivos que destacan sobre el fondo negro de la tela.
Para comprender la obra es necesario situarla en su contexto, que es, por una vez esencial: la angustia provocada por la tragedia de España. Viene a ser el Guernica de Miró. No ilustra un episodio de la Guerra Civil Española, no representa los horrores de la guerra, pero lo expresa.
Hablamos de un cuadro que reproduce la sensación de angustia, de dolor, de pánico que en España se estaba viviendo. Esa sensación brutal se intensifica por el empleo de una luz nocturna, irreal, agobiante, represora. Miró lleva a cabo una división de las superficies en negros, verdes, amarillos y rojos, que parecen manchas fantasmagóricas. El incendio de colores destruye y recompone los objetos y lucha rabiosamente o disimuladamente con los trozos de oscuridad, las formas negras y las sombras proyectadas contra el cielo alucinado. Una iluminación dura parece venir de delante de la tela, pero su foco es impreciso o más bien móvil y movedizo como las llamas de un incendio.
La naturaleza muerta tiene las grandes proporciones de la tragedia, y la pobreza usual de los objetos que la componen acentúa aún más esta sensación. Consigue una relación entre el zapato y el resto de los elementos colocados sobre la mesa, la botella, una manzana con un tenedor clavado, y un mendrugo de pan. En el tratamiento de los colores consigue un efecto de máxima agresividad ya que son tonos ácidos y violentos.
Los objetos elegidos son muy sencillos y simples, y están tratados con esa sencillez y simpleza que caracteriza al pintor, pero adquieren un carácter simbólico; por ello distorsiona el zapato que se hace enorme y el tenedor descomunal, tenedor que pincha de forma salvaje una papa. La botella parece vigilar la escena, de ella parecen salir duendes, figuras irreales que contemplan con una carcajada la brutalidad innecesaria en la que una nación ha caído.
Miró no volverá a emplear esa violencia y agresividad de colores, es sólo en esta ocasión y por encargo de la República para la Exposición Universal de París.

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