domingo, 21 de diciembre de 2025

PINTURA: EGON SCHIELE


"La casa de la curva" (1915) presenta una visión vibrante y algo tumultuosa de un paisaje urbano, caracterizada por un uso prominente de la línea y el color, típico del estilo de Egon Schiele (1890-1918). Las casas aparecen agrupadas densamente, con contornos nítidos y angulares que transmiten una sensación de cercanía y densidad. Los colores empleados son ricos pero terrosos, con naranjas, marrones y blancos intensos que dominan la paleta, contribuyendo a una sensación de calidez y vida orgánica entre las formas arquitectónicas.

La perspectiva desde la que se representa la ciudad es dramática y distorsionada. Las líneas de perspectiva no convergen de forma tradicional; en cambio, parecen irradiar hacia afuera, alterando la escala y la forma de la ciudad. Esto confiere a la obra un dinamismo singular, como si la ciudad misma estuviera en movimiento, curvándose y retorciéndose bajo la mirada del artista. Las curvas de las calles y del río, que serpentea alrededor de la ciudad en forma de media luna, añaden un elemento de ritmo y movimiento, contrastando con la angulosidad de los edificios.

Al fondo, se percibe una sensación de espacio abierto y un horizonte lejano, que posiblemente alude al paisaje circundante. Este entorno natural contrasta marcadamente con la densa agrupación de construcciones humanas en primer plano, evidenciando la separación entre la vida urbana y rural. Sin embargo, la obra en su conjunto mantiene una intensa unidad de estilo y composición, entrelazando naturaleza y civilización en un único y expresivo cuadro que cautiva la imaginación del espectador y sugiere las profundas corrientes emocionales y psicológicas subyacentes de la existencia urbana de principios del siglo XX.

Este retrato de la ciudad bohemia del sur de Český Krumlov/Krumau, lugar de nacimiento de su madre, es uno de los paisajes urbanos más impresionantes Schiele en cuanto a color y composición. La característica media luna de las casas construidas cerca unas de otras puede verse claramente desde la colina Schlossberg en Krumau. El artista se centró en la representación de una textura densa y aparentemente orgánica en lugar de en una representación topográfica fiel. Para ello, Schiele modificó las formas básicas arquitectónicas y estereométricas existentes para ajustarlas a la premisa de máxima variedad. El denso complejo de edificios se arquea hacia la parte superior de la imagen, creando una poderosa sensación de profundidad, que se realza con una línea de árboles de colores otoñales a la izquierda y hacia el borde superior derecho de la imagen.


Son numerosas las obras de Schiele que describen un paisaje urbano, pero curiosamente nunca aparecen las personas que viven en él. 




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