¿Qué son casi
setenta años
para un poeta?
Una condena al olvido
propiciado
por la desmemoria,
un vacío sin alma
que traza mentiras
con la verdad
de un corazón maltrecho.
El niño que trepó
a los árboles,
el joven que amó,
el licor que le hizo olvidar,
el mirlo, la azucena,
la vida fugaz…
Aquél que escribía versos,
saliendo
en busca y captura,
encerrado y fuera de sí.
¿Qué son casi
setenta años para alguien
de esas características
y que aún no asimila
estar a un par de pasos
para llegar a esa edad?
De todo lo aprendido
al menos puedo
decir algo,
quizás importante:
que un solo día de vida
es más valioso y mejor,
que mil años de eternidad.

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