Me considero
completamente alejado
del mensaje religioso
y le he dado la espalda
desde hace mucho tiempo
a la idea misma
de la existencia de los dioses,
pero he de puntualizar
que soy un ateo
que cree en muchas cosas.
Creo en el misterio connatural
al transcurrir de la vida
y las sorpresas que nos depara
al doblar cualquier esquina.
Creo en los que se enfrentan
al precipicio y son capaces
de hacernos cambiar de ruta,
en quienes solo dan
respuestas amables
al afrontar el odio
y nos enseñan a elegir
la buena voluntad
entre todas las opciones.
Creo en quienes aman
el simple hecho de existir
y saben ver
más allá del horizonte,
en los que hacen latir
con fuerza su corazón
y logran que el mío los imite.
Por ellas y ellos,
que se han ganado el derecho
a que mis ideas
se unifiquen al son de las suyas,
celebro este poema
para agradecerles
la bondad como ejemplo
y el florecer
aunque no sea primavera.
Qué sería de nosotros
si no fuera por esa gente,
que siempre nos guardan
protegidos en sus manos.
Si un día los humanos
dejasen de sostener
las manos de otros,
la razón y el pensamiento
no tendrían
dónde echar raíces.

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