Cuando lo que no se dice
es lo único que debería
haberse dicho,
se guarda en silencio
y se disemina en la memoria
como si fuese una siembra
que se acabará pudriendo.
Lo comento
a sabiendas de que solo
lo que no se menciona
por miedo a las consecuencias
perdurará
retenido por el espanto
de una memoria
que acabará enferma.
Como el hueso en la semilla
se apreciará siempre
la tara en la palabra,
que solo el suero de la memoria
sabrá saciar al airearse
para que sea comprendido,
aceptado y reconocido.
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