martes, 9 de septiembre de 2025

REFLEXIÓN: NO VACACIONES


Este año tampoco he podido irme de vacaciones, la pensión de jubilación no da para plantearme cuestiones de ese tipo. Así que me he quedado en casa, como por otro lado hace mucha gente. No fui a ningún lado. No viajé. Me dediqué a no hacer nada. A ver pasar el tiempo. A perderlo, si así se quiere ver. Y entre ese no hacer me dediqué a leer. A escribir. A ver películas. A pasear. A pensar. A mirar el cielo y el horizonte, los árboles, el mar. A no escuchar a nadie que eleve el tono de voz o lo utilice de forma amenazante o para soltar una mentira tras otra. A rechazar bulos que solo buscan envenenar el aire que respiramos y la convivencia que nos merecemos. Me dediqué a habitar el refugio que es el piso donde vivo, a saludar a los vecinos, a ser alguien amable, a descubrir nuevos sabores y alguna nueva faceta de mi mismo. Y a recuperar algo que hace años me satisfacía enormemente y tuve que dejar de hacer por problemas físicos: correr. El haberlo conseguido a pesar de que la causa de esos problemas sigue ahí, me hace sentirme satisfecho Y es una ayuda mental inmejorable. Entiendo que, a la vuelta del resto del país al mundo de lo cotidiano, no tengo ningún acontecimiento, ninguna anécdota especial que contar. Ni fotos, ni vídeos que enseñar. En comparación con los demás, habrá quien piense que soy bastante aburrido. Aun así, no me arrepiento de mis jugosas no vacaciones. Si todo me acompaña, esta será una opción que permanecerá conmigo por mucho tiempo, quizás la definitiva. Una forma de vida con calma. De sosiego. De aislamiento. De desconexión. Palabra esta última que ahora tanto está en el hablar de todos, pero en mi caso ya no se queda solo en un término vacío de contenido, estoy en el camino de llenarlo de significados. 

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