Es una sensación
fantástica tumbarse
y cerrar los ojos,
mientras distancia
y tiempo revelan
sus verdaderas
actitudes:
nunca han oído
hablar de mí
ni nunca lo harán
ni lo necesitan.
Es una cura de humildad,
por supuesto
luego me despierto
pensando
qué maravilla
ser quien soy
hecho de tierra y agua,
mis propias ideas,
mis huellas dactilares,
todas esas cosas
temporales, gloriosas,
pero que a nadie más
que a mi interesan.
Porque, al fin y al cabo,
cada ser vivo es un milagro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario