La caricia empieza
antes de convertirse
en caricia,
escribió Benedetti,
y es cierto:
Hay un instante previo
a la palabra
en el que el silencio
ya no es silencio
y la palabra
todavía no es palabra.
Y es en ese preciso instante
en el que los sentimientos
dialogan
y los amantes se cobijan
del ruido,
porque una vez
el silencio deje paso
a las palabras
ya no habrá más silencios
aunque las palabras
desaparezcan.
Conversarán las miradas
responderán las caricias
por ello
es necesario
que ese instante previo
a la palabra
sea preciso
y que nos pueda servir
para toda una vida.
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