Un secreto resiste
en cada célula
y divide el momento
en dos verdades:
la justa proporción
del enunciado
que distribuye
el sol y la armonía.
Hay un sendero
que alumbra la belleza
en cuanto se insinúa
y funda logaritmos
en los labios.
Un número define
lo perfecto
y nos ofrece
en lo íntimo el arrullo
que dignifica al astro
y la pupila.
Existe una espiral
que, de igual modo,
ocurre en las abejas
o en lo exacto
del cielo y de la orquídea
y que tiene que ver
con el cómo sonríe
la Gioconda,
con todo caracol
y su escalera.
Así es como debajo
de esta geometría
se reproduce el átomo
y el Universo
entiende su sentido.
Cuando enteros se muestran,
se parecen
a lo que toda
oscuridad insulta.
¿En qué otro gesto
fuera aquella luz,
en qué otra lengua fuera?
Lo que inmune
a nosotros va quedando:
un disparo de besos
para siempre,
un te amo
mientras se pueda.
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