Dos figuras femeninas infantiles, una ligeramente mayor que la otra, vestidas con sus batas correspondientes, entran en las aguas del mar azul intenso. Vistas ambas de espaldas, enlazan sus brazos en apretado estrechamiento de manos. La escena está llena de luz y color y de forma casi automática, identificamos a su autor: No puede ser otro, se trata de Sorolla.
Pero volvamos a la obra. En este caso, en Niñas en el Mar (1919), ¿qué veía Sorolla, cual es su mensaje? y ¿qué vemos nosotros? Nos encontramos dos niñas andando cerca de la orilla, pues el agua no les llega más que a las pantorrillas. Una de ellas, la más alta, es de una edad de entre cinco o seis años con su bata rosa y un lazo rojo en su pelo. La otra más pequeña, quizá de tres añitos con una bata blanca medio mojada que se agarra a su hermanita porque ella sabe que el mar tiene fuerza y a veces te lleva… Parece que las dos están contemplando el agua, quizá su movimiento o como sus pies parecen agrandarse debajo de esta, ¿o están mirando los pececillos que les hacen cosquillas en las piernas…? Pero, si nos fijamos mejor hacia el lugar donde la chica más alta está mirando, se puede ver entre tantos matices de azul y de verde una pincelada de rojo… ¿Qué será? ¿Un pez rojo? ¿En la orilla del mar? No puede ser. ¿Será algo que las niñas han tirado para jugar a recogerlo? ¿O será que se les ha caído algo? ¿Quizá el lazo rojo de la coleta izquierda que la más pequeñita llevaba?
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