El agave florece
una vez
al final de su vida,
cuando un largo tallo
se eleva repentinamente
desde el epicentro
de su organismo.
En la base de su raíz
aparecen
diminutos pulpos
rebosantes de hojas
de secano.
Se multiplican
las constelaciones,
las galaxias y los sistemas.
Los recuerdos del universo
se reparten
en estos ocho
metros de altura,
en este desacuerdo
con el horizonte.
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