miércoles, 9 de julio de 2025

POESÍA: EMIGRACIÓN ISLEÑA


No ha de sorprenderte, 

isla si, desde aquí,

detrás de las nubes

que cubren su costado,

sin más capitán 

que la noche

dirigiendo esta nave,

todavía sienten 

el olor a musgo

de tus piedras,

el olor a unos barcos

que crujen de viejos

y se deslizan 

por tu vientre

llevando hombres y mujeres 

de hierro en los bolsillos.

Hombres y mujeres

agazapados 

como hormigas

al gemido amarillo 

de la lluvia.

Cantando himnos

bajo un sol de lagartos

que les quema la carne,

pasando angustia y hambre

sin saber los secretos

y peligros de la mar

en busca de un destino

donde ganar el presente

y labrarse un futuro.

Hombres y mujeres

que sueñan cada día 

con ese aroma tuyo,

esa brisa fresca

que repartes.

Hombres y mujeres

apretujados

en palacios de madera,

con la espalda inclinada

hacia los astros

sin más dios en la mano 

que su miedo,

sin más respuesta

que el saludo fugaz 

de los delfines.

Hay días

en que se acerca 

una gaviota,

la acurrucan en la piel

y le cuentan historias

de barrancos y volcanes.

Son hombres y mujeres

que, debajo del labio 

oculto de la luna,

rezan,

lloran.

Tejen templos 

de seda en los cristales.

Y sueñan con regresar

si hubiese otro día, 

si acaso pudiesen

alcanzar su destino, 

ese que llaman Venezuela.


ℕ𝕠𝕥𝕒: A los canarios y canarias que cruzaron el Atlántico en míseros barcuchos, huyendo de la miseria con el amor por las islas enraizado en sus corazones. 

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