martes, 8 de julio de 2025

POESÍA: CALOR


Pega fuerte el calor

esta mañana, 

Pega fuerte 

en las alamedas, 

en los cementerios.

Pega fuerte 

en las gorras, los sombreros

la arena de la playa, 

las paredes y el asfalto. 

Pega fuerte

en las estaciones, 

en las plazas

desnudas de árboles. 

Pega fuerte

en los violines, en las rosas, 

en los escritorios.

Pega fuerte 

en los tejados, 

por las praderas, 

sobre la ropa tendida

en las azoteas. 


Pega fuerte el calor

en el ramo de flores 

colocado en el nicho.

En los cuatro ladrillos 

que lo tapan ahora.

Pega fuerte

en las ventanillas

subidas de los coches

con el aire acondicionado

puesto a tope,  

en los diccionarios.

Pega fuerte

sobre el trabajador

obligado a cumplir

sus tareas laborales

en la calle 

con temperaturas extremas. 

Pega fuerte

en las remolachas, 

en los pasaportes, 

en las alacenas,

en las embajadas, 

en los calcetines. 

Pega fuerte 

en los cobertores,

en los calendarios, 

en las carreteras, 

en los ascensores.


Pega fuerte 

en un Parlamento

donde se pronuncian

discursos negando

el cambio climático, 

en las conejeras, 

en los panteones, 

en la Letanía. 

Pega fuerte 

en los capiteles, 

en los camiones, 

en las bibliotecas, 

en las galerías.

Pega fuerte 

en los estandartes,

en las escaleras, 

en los terraplenes.

Pega fuerte 

en el cuarto oscuro,

en los comedores, 

en las cabelleras, 

en los bergantines.


Pega fuerte el calor 

sobre el puente,

en las espaldas, 

en el retrete,

en las campanas, 

en las camas metálicas, 

en las amapolas,

en la pensión por horas, 

en el devocionario,

en la leña, en las fosas,

en el solar, en el estiércol, 

en la botella verde,

en el aire, en el mar, 

en el fuego, en la luz,

en los niños descalzos,

en el pobre que toca 

el violín en la esquina,

en la tierra, en las tejas, 

en el cartel del cine,

en los kioscos donde venden 

chicle y tebeos,

en los raíles del tranvía, 

en los cristales,

en el sobre vacío 

de la cafiaspirina,

en el pequeño trozo 

de papel de periódico,

en la madre que va

a casa de su hijo,

en el cable, en los lentes, 

en la humilde toquilla,

en la mano del pobre

que te sale al encuentro,

en la bandera

del Ayuntamiento,

en los relojes, 

en las gavillas de alfalfa,

en el polvo, en las cruces

humildes de madera,

en el montón de tierra, 

en el corral desierto,

en la higuera, en la basura,

en los árboles, en las tapias,

en la mesa, en el barro, 

en el asfalto, 

en los pianos de manubrio, 

en el café con leche,

en las chabolas,

en los divanes, en la yedra, 

en los cortinajes, 

en el libro de registro,

en los esmaltes, en el banco, 

en los cipreses. 


Pega fuerte el calor, 

implacablemente

mientras rueda el día, 

mientras llega la noche

como un gran animal, 

un insecto viscoso,

gelatinoso, torpe, de vientre

húmedo y blando,

con un vientre de pus 

o de niebla o de humo,

yo creo que de pus, 

y lo esparce, lo sé,

lo esparce por la dulce 

tristeza del domingo,

y llega hasta el despacho 

y sube hasta la mesa

y ensucia las cuartillas 

y ensucia las palabras

gozando intensamente,

y se llega a la cama

y levanta el embozo

y se pone saliva

en el pulgar y el índice

y los lleva despacio 

hasta el cuello del niño

y apaga allí una llama 

pequeña de candil

y deja allí 

sus dos violetas digitales

y ya está, no hay remedio, 

yo no sé cómo ha sido,

si parece dormida, 

qué bonita que está.

Y eso es todo. 

Y el viudo se escapa 

de su casa

y se lanza a la calle 

en calzoncillos, grita,

se mete en cualquier parte 

sin querer, sin saber

por qué, el hijo se esconde 

debajo de la cama

y gime y llama a la madre, 

y los padres se meten

en la cama en silencio 

y leen en silencio

un periódico y luego

no duermen, en silencio.


Y pega el calor 

y gotea en los cráneos,

y atraviesa un techo 

de zinc en el corral,

y el cuerpo tiene 

una tristeza de pared,

reseca, una tristeza

de mueble humilde 

cuando quema el sol

el cuerpo y el alma, 

y se siente de pronto 

subir el calor a la garganta 

y estarse un rato allí,

clavado, como un vidrio, 

anudando el agobio,

manso, callado, terco, 

y en la radio hablan

de las vacaciones

como si todo el mundo

estuviese en condiciones

de costearse un viaje

que no sea de su casa

a la esquina más cercana. 


No hay comentarios: