sábado, 5 de julio de 2025

POESÍA: LA ISLA


Subí a lo alto

de aquella montaña.

Había algo reverencial 

en mis pasos

y en el silencio

que había alrededor.

Me senté en la cima, 

observé y acaricié

las piedras y las plantas. 

Buscaba que mis gestos 

repitieran

los gestos dormidos.

Golpeé con un palo

la superficie.

Cada piedra era

un sonido distinto

que se proyectaba 

en el valle.

Se formaron melodías

aleatorias que buscaban

la brisa y el eco.

Las telarañas 

se desvanecían

y la montaña se convertía

en altavoz 

de los pensamientos.

Era un lenguaje primigenio 

que se prolongaba

barranco abajo

en busca del mar

que nos muestra

cuáles deben ser

nuestros horizontes.

Sentí a la isla

en lo más profundo

y supe que también

la isla nos quiere

como una madre a sus hijos. 

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