domingo, 20 de julio de 2025

POESÍA: DOLORES


Me duele España. 

Me duele la purga 

contra aquellos 

que son distintos 

y contra quienes son iguales 

aunque parezcan distintos. 

Me duele que todavía 

creamos que lo nuestro 

es nuestro solo porque 

llevamos un tiempo 

insignificante 

en un territorio que muta. 

Me duele que el tiempo 

nos hermane más 

que la propia carne. 

Me duele el intento humano 

de hacer estático 

el movimiento 

y de pretender que nada 

cambie en un mundo 

en el que todo cambia. 

Me duele escuchar 

que nadie debería ser racista

porque los de fuera 

hacen el trabajo duro 

que pocos quieren hacer. 

Me duele que nos riamos 

con un personaje 

televisivo racista. 

Me duelen aquellos 

que huyeron de sus países

rezando por sus familiares 

asesinados. 

Me duele ver a cientos 

de magrebíes durmiendo 

en las frías estaciones 

de la provincia de Jaén 

durante el otoño 

y siendo llevados al campo 

por la mañana y sin papeles 

a recoger “nuestra” aceituna. 

Me duelen las iglesias 

y los polideportivos vacíos, 

cuando podrían acogerlos. 

Me duelen los pueblos 

que desaparecen 

y que podrían acoger 

a tantas familias. 

Me duelen los políticos 

que no denuncian la violencia 

y que no señalan 

directamente a quienes 

no la condenan 

o a quienes la secundan. 

Me duelen los mensajes 

populistas lanzados 

para que calen 

entre los más débiles. 

Me duele que no seamos 

capaces de entender que, 

si arrinconamos a un niño 

y lo criamos entre cardos, 

disparará astillas 

de adulto contra todos. 

Me duele que haya 

quienes quieran extirpar 

un miembro para salvar 

un cuerpo cuyas dolencias 

son espirituales y no físicas. 

Me duele ver que hay 

partidos políticos que sirven 

de refuerzo moral 

a los que aplican la fuerza 

contra inocentes. 

Me duele la extrema derecha

y quiénes asumen sus postulados

para arrebatarle votos. 

Me duele ver un parlamento 

con cada vez más hombres 

sin escrúpulos y sin alma. 

Me duele ver 

que la mejor arma dialéctica 

se ha reducido al “tú más”. 

Me duele asumir 

que hay políticos que, 

en lugar de padecer insomnio 

por la herida del país, 

paguen por tener sexo. 

Me duele asumir 

que aquellos que insultaban 

de pequeños y acosaban 

a los más débiles y sensibles 

son ahora padres. 

Me duele pensar 

que pueda cumplirse el refrán 

“de tal palo, tal astilla”. 

Me duele aceptar 

que la maldad se enquista 

y se hace más virulenta 

con los años. 

Me duele que haya gente 

saliendo a la calle con miedo. 

Me duelen las palizas brutales 

a personas por ser diferentes 

al hombre blanco heterosexual. 

Me duelen quienes 

no se quejan de la injusticia 

por ser algo habitual. 

Me duele el acoso 

a una periodista. 

Me duele la fuerza bruta. 

Me duele que los violentos

ignoren la palabra. 

Me duelen los bíceps inflados 

y las cabezas huecas. 

Me duelen los bates 

y las hojas afiladas. 

Me duelen las arengas 

de tiempos oscuros. 

Me duelen quienes murieron

pensando que dejaban 

un mundo más próspero. 

Me duelen los sacrificios inútiles. 

Me duele que pensemos 

que no hemos aprendido nada,

que no hemos avanzado, 

que la historia es cíclica 

y que no hay nada que hacer, 

ya que todo está perdido, 

porque será algo 

que acabaremos creyendo. 

Hay mucho que hacer. 

Y no hay tiempo que perder.

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