La inteligencia
de Clara Peeters
la hizo libre y pudo
pintarse a su manera,
como en el reflejo
que aparece en el jarrón
de uno de sus célebres
bodegones.
En cada reflejo la verás
también encerrada.
El rostro apenas apuntado,
puro camuflaje
de oro en fulgor de metales,
brilla como la más
resplandeciente
de las victorias.
De igual modo
que a los pintores
a veces les resulta
imposible sustraerse
de su propia figura,
a quienes ensayamos
ser menos torpes
en esto de la escritura,
intentamos desarrollar
la habilidad de pintarnos
sin parecer estar
en el texto desarrollado.
NOTA: En esta pintura puede verse un autorretrato de la artista, ¿conseguirás encontrarlo?
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