domingo, 20 de julio de 2025

CINE: ESPECIALES


Siempre ha existido un tipo de cine sentimental, o sensiblero, o ternurista, con rentabilidad inmediata, con el objetivo de que el espectador salga muy contento de la sala ante la verificación de certezas tan negociables como que Dios aprieta pero no ahoga, que a pesar de los pesares vivir es muy bello y sentencias de ese tipo. Si consiguen hacer sonreír o reír al espectador, además de conmoverle, mucho mejor. No sé si Frank Capra se creía sus fábulas morales con obligado desenlace feliz, pero lo hacía admirablemente, dominó la fórmula mejor que nadie durante su larga y memorable carrera. Hasta para hacer trampas en busca de la lágrima y el arrobo de los receptores hay que ser un virtuoso. Capra lo era. Hay otros, triunfadores como él, que las hacen a lo bestia, sin sutileza, enseñando el plumero.

Los directores franceses Olivier Nakache y Éric Toledano arrasaron las taquillas no ya de Francia, sino de cualquier parte donde se estrenó, con la película Intocable, la presuntamente entrañable amistad entre un millonario que ha quedado tetrapléjico, consecuentemente amargado, sin el menor deseo de seguir tirando, y su asistente negro, un macarra muy jocoso y desinhibido que logra devolverle las ganas de vivir. Todo el mundo se partió de risa y se sintió muy feliz con este cuento que exaltaba con tanta habilidad y diversión contagiosa los buenos sentimientos.

Con Especiales, este dúo de directores humanistas vuelve a demostrar su facilidad para convertir en oro cualquier temática que aborde. Y es dura la que ha elegido en esta ocasión. Ya sé que toda España se rio y también se emocionó un poquito o mucho con la muy meritoria Campeones, que hablaba en tono de comedia de gente discapacitada o con síndrome de Down interpretada por ellos mismos. Pero Especiales habla del autismo más severo y menos pacífico, el que puede agredir gravemente al que lo padece o a aquellos que le cuidan, un universo muy duro que Toledano y Nakache abordan con realismo, con sentimiento, sin edulcorarlo. La protagonizan los miembros de una organización no gubernamental que ejercen de ángeles guardianes, solidarios y sufridores, de personas que sobreviven en un mundo del que nos faltan muchas claves, pero en el que está claro que abunda el sufrimiento extremo, la incomunicación más terrible, una oscuridad difícilmente penetrable. Y aquellos que intentan protegerlos saben que son insustituibles, que su vocación debe acorazarse, que necesitan mucha ayuda para otorgar un poco de luz a esas tinieblas.

Y hay grados en esa enfermedad tan cruel. En esta historia lo podemos comprobar. Desde alguien al que intentan integrar mediante un trabajo y está obsesionado en tirar contínuamente del freno de emergencia del metro, hasta otros que embisten con violencia contra todo y contra todos, incluyendo a ellos mismos y que parecen huir de un de un demonio invisible. Y lo más increíble es los creadores de esta ONG parisina, un árabe y un judío, llevan adelante su tarea preparando a jóvenes que no tienen nada que hacer en la vida, que no saben lo que valen y que gracias a ayudar a cuidar a un chaval con autismo descubren realmente lo que valen, se les regala la oportunidad de un mejor futuro.

Es la mejor película que he visto en mucho tiempo, con eso lo digo todo. 

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