Hasta que se parta el alma
rasgada por un gran viento,
hasta que ya no resista
los embates del silencio,
hasta ese límite exacto
con las fronteras del sueño
en la desembocadura
del torrente de lo hecho,
hasta que suene la hora,
hasta que llegue el momento,
no desmayes, corazón,
debes darle tiempo al tiempo.
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