Surgen de la vida
porque huyen de la muerte,
pero la muerte
suele tener ideas propias
y un sentido de la ironía
extremadamente cruel.
Amarrar la precaria
embarcación
en el muelle
nunca había entrañado
tanto peligro,
sobre todo para quien
nunca aprendió a nadar.
Rumbo sobre rumbo
para no perderse
y mueres al llegar
a tu destino.
Se quiebra así la idea
de caer hacia sotavento
y cazar con suerte
un mar en calma
por el lado del arraigo.
Es terrible
el paso del tiempo
si nos anclamos
en un mar sin campo.
Por eso también
se echan al mar
y tantos mueren
de miedo, injusticia
e incomprensión
incluso dentro mismo
de la mansedumbre acuática
del puerto que los recibe.
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