Antes mendigos
de lo que no podemos ser
que príncipes soberanos
de nosotros mismos.
Antes la identidad
y la seguridad
que la incertidumbre.
Antes la guerra
contra el diferente
que la lucha
contra uno mismo.
Antes la tristeza
de este ser
hecho de prejuicios
que la alegría
de encontrarme
y despojarme de todo
lo que me hizo
ciego para el gozo.
Antes enfermos
de comprar y acumular
que frugales y austeros.
Antes sojuzgados
y excitados
con mentiras colectivas
que libres y precavidos
con algunas
hipótesis precarias.
Antes el wifi
que ser un canal para
que la poesía del mundo
pase a través de ti.
Antes insensibles
y deshumanizados
que lúcidos y amorosos
al dolor del mundo.
Antes ignorantes
y entretenidos
que despiertos y atentos
a la magia de la vida.
Antes el recelo
que la inmensidad
del mundo que mora
en cada ser.
Antes el ego
que la comunión con lo vivo.
Antes el neumático
que el bosque.
Antes grosero y medroso
que abiertos al gozo
de lo inesperado.
Antes el charco
de la realidad
que el océano
de la percepción.
Antes música sin alma
y palabras muertas
que la grieta
por la que se cuela
el instante extático revelado.
Antes quemarse
que encender el fuego
del corazón.
Antes más palabras
que el suspiro vacío
de lo invisible…
Pero la puerta para pasar
al otro lado
siempre estuvo abierta:
Eres tú quien
no ha salido de si mismo.
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