Cuando la hoguera
se volvió hilo de humo
concluyó la celebración
de bienvenida al verano
y supimos
que a pesar del fuego,
lo negativo de este mundo
que desearíamos haber
reducido a cenizas
seguía ahí,
como si la noche
no hubiese
ocurrido nunca.
Mientras las llamas ardían,
girábamos ciegos
creyendo ser
la generación prometida,
nos inyectaron la creencia
de la propiedad
en el ombligo
y brindábamos felices
la firma ante el notario
dando fe de que se construía
una vida mejor para el futuro.
Cuando se apagó
la hoguera
mi generación
perdió el norte,
la esperanza,
la fe y algunos hasta la casa.
Y así, de repente,
como un calambrazo
o un bostezo,
nos ordenaron
devolver la ropa.
¡Pobre generación!
La generación embargada
la generación emigrante
la generación desolada.
Nos enseñaron la playa, sí,
pero nos despertaron
en mitad del desierto
y nos obligaron
a abrir bien los ojos.
Cuando la hoguera
se volvió hilo de humo
todo seguía ahí,
pero ya no era nuestro.
Mi generación ahora
busca la belleza
en los puentes,
en las fronteras
caminos de piedras,
en el centro
de los cuatro vientos.
Para sacudirnos
las promesas
redimirnos y gritar:
¡No les crean,
todo era mentira
no estamos locos,
lo hemos visto!
¡No les crean,
todo era mentira!
¡Todo es mentira!
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