Las hormigas aparecen como un tema recurrente en la obra de Salvador Dali. Si nos fijamos bien, pueden observarse pequeños grupos de ellas en bastantes de las obras del pintor. Sobre las múltiples interpretaciones que se les ha dado, hay para todos los gustos: Hay entendidos que dicen que representan el remordimiento, otros las asemejan con la muerte, la podredumbre o la decadencia e incluso hay alguno que asegura que el mismo pintor le refirió en alguna ocasión “que no significaban absolutamente nada”.
La interpretación más extendida es que tienen en Dali un significado negativo y evocan la muerte y a las primeras fases de la putrefacción a la que él aludía frecuentemente. La muerte además conlleva la falta de movimiento del cadáver y la imposibilidad de apartar a las hileras de insectos que pasean a sus anchas por un cuerpo que estuvo vivo y que ahora constituye un soporte inerte para ellas.
Son una metáfora para explorar el inconsciente humano y encontrar lo impensable. Las hormigas eran un símbolo de la manera en que los pensamientos y emociones inconscientes pueden influir en nuestras vidas diarias. Para Dalí, usar hormigas en sus obras era una forma de expresar el poder del inconsciente y cómo afecta nuestras decisiones, pensamientos y acciones. Parece ser que el pánico y la obsesión por las hormigas derivan de algunas de sus experiencias infantiles y ya aparecen en dibujos y óleos realizados en colaboración con Federico García Lorca en su primera etapa compositiva. Siendo de los precursores y máximos representantes del surrealismo, Dali sentía horror y fascinación por estos insectos que simbolizan la muerte y putrefacción que tanto temía.
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