Atardece,
en los bancos del parque
idénticas parejas interpretan
idénticas ideas del amor.
Se sientan frente a frente,
remedando la postura
que vieron
en su serie favorita,
esa que extrajo el director
de una vieja película
basada en la novela
de quien se inspiró
en un cuadro romántico
pintado por alguien
que tenía en su memoria
un fresco de Pompeya
que plasmaba
el ideal erótico que Safo
había aprendido
de los versos
que improvisó
un aedo de Mikonos
basándose en un ánfora
fenicia decorada
por alguien que había estado
largo tiempo en Uruk
y que sabía de memoria
un poema babilónico
antiquísimo
en el que dos amantes
se sientan frente a frente
exactamente
como ahora aquí
en el parque esas parejas.
No sabemos amar,
solo plagiamos.
Amamos como creemos
que ha de hacerse,
con palabras ajenas,
con caricias copiadas
y prestados ademanes,
emulamos los besos,
las posturas, los jadeos,
las protestas, los adioses.
Sí, también
desamamos imitando.
Nuestra crueldad
es también mimética,
manierista el olvido
que sufrimos.
No dejes que te enseñen
cómo amar,
intenta que tu abrazo
sea diferente,
crea inéditas ternuras,
reinventa la pasión.
En cuanto al desamor,
esfuérzate en no odiar,
es que simplemente
no vale la pena.

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