martes, 29 de abril de 2025

POESÍA: A PICASSO


Ya ves, Pablo,

el cielo sigue 

goteando sangre,

su plomo no ha cesado,

su azul sigue 

siendo un enigma.

¿Qué dios es ese

que infla sus mejillas 

con viento

para soplar

sobre la mecha

de una vela

que apenas ilumina el lugar?


Cabezas, miembros 

que se disolvieron 

en el viento,

formando un polvo

saturado de plomo.


Bocas,

desde cuyas cavidades

ascienden voces

suplicando una muerte,

más piadosa 

que este sufrimiento

en que el ser humano

es leña

de una máquina

que, desde el principio,

ha anunciado 

su propia ceniza.


Los ojos,

no los viste apagados,

encendiste su oscuridad 

con su propio grito,

con el infierno 

que contemplaste en ellos,

donde la bestia 

vencía al ser humano.


Tus caballos,

Pablo, 

¿ante quién relincharon?,

¿a qué desenfreno 

se lanzaron?


No hay,

no hay rostro 

en Guernica 

que se parezca a otro,

y las palabras 

quedaron atascadas 

en las gargantas.


¿Lloras por Gaza?,

¿por la bestia 

dentro de la bestia?,

¿o por la bestia que se quitó 

la máscara del hombre?


La única lámpara del cuadro,

¿por qué su luz 

permanece vencida?,

¿por qué,

lo que viste como sol

parece un disco 

que no alcanza 

la mecha de una mano

que sostenía la brasa

cuando la brasa 

ya era ceniza?

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