Salgo de mi interior,
camino solo
contra las olas del tiempo
que arden a través
de la piedra y el hueso.
Busco siempre al guardián
en la tormenta.
Perdido en el flujo
del rayo mortal
que es el tiempo,
hablo suavemente
a mudos amigos
en mi cerebro,
me encierro en mí mismo.
Camino solo,
adonde voy siento
el gusano deleitándose
con su menú diario.
Sueño cada noche
que vislumbro al guardián
en la tormenta.
El tiempo se acelera.
Veo al gusano más crecido.
Ahora somos aliados,
somos lo mismo,
girados hacia fuera.
Camino solo
y un barrido temprano
me devuelve a mi comienzo.
Aprendo a rodar
con el océano
ígneo del tiempo.
Veo al fin al guardián
a través de la tormenta.
Cabalgo mi espíritu
de dragón,
el carnaval de mi egoísmo,
bajo las llamas, indemne.
Ya no hay ni interior
ni exterior. No hay soledad.
Soy el guardián imponente
en la tormenta.
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