viernes, 25 de abril de 2025

OPINIÓN: LOS ARANCELES DE TRUMP


En el caso de los aranceles de Trump contra el mundo los analistas económicos han insistido con candor en aplicarle la metáfora del anciano loco que se pega un tiro en el pie. Y me temo que se equivocan. Esta insistencia en que el líder norteamericano no sabe lo que hace y causará daños en su propia economía demuestra lo poco preparados que estamos para afrontar el desafío que se nos viene encima. Trump sabe exactamente lo que hace. Su norma económica no responde a patrones liberales, es sencillamente una estrategia ultranacionalista de manual. Su meta es sabotear las interconexiones globales, pero sobre todo debilitar al enemigo con una competición de desgaste. Desfondar los ahorros de los jubilados y empobrecer a los círculos empresariales le va a permitir a su círculo de rapiña comprar bien barato lo que anhelan. Y lo que anhelan, no nos engañemos, es destrozar el Estado de bienestar, especialmente el europeo, y privatizar todos y cada uno de los servicios públicos porque significan la ubre de negocio más apetitosa que salvaguardaba la democracia moderna.

El problema de la cuadrilla de depredadores que capitanea Trump es que han enamorado a una porción ingente de jóvenes que sueñan con un mundo sin impuestos. Esta fantasía andorrana ha seducido a jóvenes audaces y voraces que consideran que la caja común para afrontar pensiones, salud, transporte y educación igualitaria les corta las alas en su plan de codicia ilimitada. Por todo ello, cuando los analistas financieros entran con inocencia a explicarnos el error de cálculo en las balanzas comerciales y el futuro inflacionario que causarán los dichosos aranceles a los promotores de las medidas les debe dar la risa más eufórica del mundo. El nacionalismo no es una escuela económica, sino un estímulo emocional. Quizá no es ortodoxo pero explica esta supuesta contradicción del Gobierno norteamericano. Trump no es un anciano gagá que se pega un tiro en el pie, es un maníaco que tiene un plan mundial formado por un ejército de mentalidades ultranacionalistas que consideran que pagarle una quimioterapia a quien no se la puede pagar de su propio bolsillo es un robo y mayor aún si se trata de un no nacido en el territorio. No se han pegado un tiro en el pie, es un disparo directo a nuestro corazón.

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