Los cuerpos de tránsito
están tibios en la frontera
y se disuelven en latidos.
Lo que fue
lo que será
la piel
se quiebra
como cáscara
del mundo
y revela
una danza
entre lo grotesco
y la gracia
secreta del abismo.
¿Dónde empieza
lo bello?
¿Dónde termina
el monstruo?
Hay el pliegue
de unas alas
que aún no saben volar
la curva de un deseo
que arde sin nombre
entre lo salvaje
y lo sublime
se queda
un instante
y se va.
Los cuerpos en tránsito
como pergaminos
deformes
en las bibliotecas
del mundo
donde se describió
lo impensable.
Alas que brotan
de espaldas rotas
un rostro bifurcado
un ojo
donde nunca hubo mirada
y pregunto
¿qué es belleza
en la curva de una giba
iluminada?
Lo monstruoso
se acostumbró
a ocultarse
en las grietas del mundo
y lo más hermoso
a mostrarse en la luz
como la Virgen de Murillo
en la gravedad del oro
o el David de Donatello
en bronce equilibrado.
¿Pero realmente
hay una belleza
que desafíe al monstruo?
La misma mano
que modela lo eterno
modela lo efímero
los cuerpos están
en tránsito
en el límite
donde la luz
toca la sombra.
En realidad
todos somos la sombra
de lo que pudimos
haber sido.

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