En el tristísimo asunto de la DANA en Valencia y la repugnante figura de Mazón, ha sido una suerte que Nuria Ruiz Tobarra, titular del Juzgado de Instrucción 3 de Catarroja, nos recuerde que hay muchos jueces y juezas decentes.
Sabemos su nombre, pero poco más. Ni siquiera he podido encontrar una imagen de ella. Da igual, porque lo fundamental es que ha sabido transmitirnos que se toma muy en serio su trabajo. No tengo ni idea de si es joven o mayor. Si progre o conservadora. Ni siquiera dónde nació, ni qué música le gusta. Pero, como jueza, por lo que pregunta y a quiénes y por lo que escribe, ya parece un tesoro. Formula las incógnitas que inquietan a toda persona razonablemente preocupada. No adjetiva en sus autos. No muestra inquina. Tendrá sus impresiones previas como vecina, de antes de convertirse en la jueza del caso. Pero no las trasluce. Actúa con lógica impecable para averiguar si las muertes de Valencia podrían haberse evitado por parte de las personas que podrían haberlo hecho.
Sus cuestiones son pertinentes: quién estuvo con quién y qué hizo en cada momento. Cómo actuaban las autoridades. Si se reunían y en qué marco, si se paraban las reuniones. A qué hora se produjeron las muertes, según recuerdan los más allegados. Va abordando todos los puntos difíciles, oscuros, trágicos del desastre, y las causas humanas que lo agravaron hasta límites insoportables.
Atentos, que ya empiezan los bulos sobre ella. Mazón la teme más que a nadie y se ha lanzado el infundio de que está actuando por venganza porque en la tragedia falleció un familiar cercano. Por supuesto, es falso. Los que están acostumbrados a manejar la justicia a su antojo deben sentirse atónitos ante alguien que actúa con profesionalidad, rigor e independencia.
Los familiares de las víctimas se lo agradecen y, desde esta tribuna, yo también.
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