Ya no escribiré
poemas de amor
porque he decidido
que esa faceta mía
no volveré a vivirla.
Considero
que ya he cumplido
de sobra con el arte de amar
y hay otras maneras
de acercarse a la vida,
otros sentimientos
que experimentar
y es igual de importante
recuperar la satisfacción
de enfrentar la existencia
sin apoyo sentimental
y necesidad de compañía.
He desterrado el lenguaje
que inventan las parejas:
el tono de voz
para decir lo siento
o decir amor,
esa coreografía obvia
en lugares estrechos
para no tropezar,
y coincidir en el tiempo
y el espacio vital
como dos personas
con un destino compartido.
Pero eso solo significa
el final de un capítulo
y no es en absoluto
algo destacable
que habría de dramatizar.
Hay millones de personas
que pasan esa experiencia,
la gente se separa,
pasa su periodo de duelo
cada cual a su manera
y el tiempo se encarga
de llenar el vacío
de una ausencia
con el correspondiente olvido
de lo que se ha de olvidar
para reconciliarse
con uno mismo y los recuerdos
que merecen ser recordados.
Y a partir de ahí
buscar la felicidad
disfrutando del cariño
de los suyos,
seguir amando
lo que siempre se ha amado
y, si se puede, escribir poesía
mientras la inspiración
no nos niegue su compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario