Cinco años después, la sociedad de la pos pandemia deja una reflexión desoladora. Las conclusiones que sacamos estaban muy lejos de la realidad. Creímos que saldríamos de aquella crisis descomunal habiendo mejorado individual y socialmente, pero no aprendimos nada y empeoramos como humanidad. Vimos morir a millones, los hospitales colapsaron y la naturaleza pareció renacer con aire más limpio y los animales de nuestros bosques se aventuraron a acercarse a las ciudades.
Hoy nos golpean esvásticas disfrazadas de Teslas ecológicos, genocidios como espectáculos de masas, crisis climáticas ignoradas, una desigualdad cada vez más normalizada... Y sátrapas repugnantes, enemigos de la democracia llegan al poder con la fuerza de los votos.
Quizás, en lugar de seguir pintando arcoiris en sábanas blancas, solo nos quede reírnos de nuestro desastre como especie. Así que en el quinto aniversario de la covid, el balance es tan desastroso que el mundo tal y como lo conocíamos se nos está deshaciendo entre los dedos y la lógica del enfrentamiento y el militarismo se está imponiendo a marchas forzadas.
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