Toda la desolación
del mundo
cabe en el pozo
que hizo el niño
en la arena
para volcar dentro
con su pequeño cubo
la inabarcable
agua del mar.
Qué tristeza más grande
comprobar que el agujero
se traga el agua
cada vez que el niño
la vierte,
hasta descubrir
de esa manera
que una cosa es querer
pero otra muy distinta poder,
y también la diferencia
significativa que hay
entre ilusión y realidad.
Dicen que el juego
fomenta el aprendizaje,
pero los hay
que solo se limitan
a enseñarnos nuestro
lugar en el mundo.
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