sábado, 1 de febrero de 2025

REFLEXIÓN: JUSTICIA PARA ELLAS


Las mujeres en ningún momento pueden sentirse protegidas y estamos hablando de España, un país que presume de modernidad y avances sociales. Elisa Mouliaá es el último ejemplo que ha salido a la luz, pero estremece pensar en el número de casos que permanecen ocultos. Elisa ha recibido un trato vejatorio por parte de la justicia de este país, que se supone debe protegerla. Iustitia, lo justo, el étimo latino, debe estar retorciendose en su tumba viendo como la justicia trata a las mujeres víctimas. 

Abandona a Elisa Meliaá en un juzgado. Abandona a la mujer que denuncia. Abandona a la mujer que no denuncia. Las abandonan cuando abusan de ellas. Cuando las acosan o amenazan. En la calle, en sus casas, en el coche, en el centro de salud, en un instituto, en un comercio, en las redes sociales, en la lucha por sus derechos que son derechos humanos, en la paz y en la guerra, en el agujero negro en el que acaban tras un trauma. En lo más oscuro. Las abandona, las abandonamos en manos de quienes las dañan. Todavía queda muy lejos lo justo, no se vislumbra aún que haya un propósito de hacer justicia cuando de una mujer se trata. O al menos produce una enorme cantidad de dudas, lo que impide que las mujeres se sientan protegidas para dar el paso que las saque del infierno en que puedan estar sumidas. 

Hay otro ejemplo sangrante, que ha ocurrido en el ámbito universitario en Tenerife. Un profesor de la Universidad de La Laguna ha sido condenado a 21 meses de prisión por haberse aprovechado de su condición para realizar tocamientos y comentarios de índole sexual a varias alumnas. Se han necesitado 7 años para conocer la sentencia y el hombre no pisará la cárcel, por haber reconocido los actos que se le imputaban y acogerse a programas y cursos de rehabilitación. Lo increíble de la resolución judicial es que se le inhabilita para ejercer la docencia durante mientras esté cumpliendo la condena... Pero solo fuera del ámbito universitario, por lo que en teoría puede seguir en su puesto actual. 

Es una vergüenza, esto no hay quien lo entienda y hay que decirlo. Bien alto, para que se escuche. 

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