Emigrar,
atravesar fronteras,
entre estados
tenues de la materia
y ser postilla en celo
hacia la luz,
ser linde de haz
crispado
entre los párpados
en un
fugaz
intento
de entraña hacia
su marcha o apertura.
Tañer la piel del mundo.
cicatrizar
la linfa del dolor
y ser la claridad
fosilizada
de un hueco germinal
que se vacía.
El nimbo pedregoso
de un ensueño
hacia afuera,
pirita que se comba
y que proclama
el residuo precioso
de su vida.

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