martes, 25 de febrero de 2025

POESÍA: REFLEXIÓN ÍNTIMA


No me gusta. No me gusta nada, pero a veces noto que de pronto me asalta el rencor frente al final de algunas historias, lo que me lleva a desear que nunca hubiesen empezado. Supongo que pensarán que es un disparate, pero soy yo el que ha de vivir esa mala convivencia dentro suyo. Nadie es perfecto y no resulta agradable darse cuenta que en ese nadie está incluido uno mismo. 

Así es que estoy en constante contradicción con algunas ideas y sentimientos propios, y esa querella me tiene con el alma amoratada y el corazón vendado. Entiéndanme: procuro razonarlo y me satisface comprobar que esos episodios a medida que pasa el tiempo se van haciendo más cortos y espaciando cada vez más. Y me están sirviendo para elaborar mi propia y humilde Teoría de la Relatividad: ante los males que sufre el mundo a mi alrededor, los aspectos negativos de mi vida particular son tan diminutos que hasta yo mismo debería vaciarlos de contenido. Por eso... 


Quiero aprender bien

a dibujarme

con líneas finas

para no emborronar

el resultado,

para librarme de la culpa

de las dudas, los temores,

de los trazos inseguros

que no traen nada bueno.


Quiero aprender

porque ya estaba bien

de difuminarme tanto,

de optar por conformarme

para encajar en miradas

incapaces de ver

como soy realmente.


Así que pinto y vivo

según mis propios cánones,

piso para dejar huella, 

el pincel desprende

más color y menos sombras.

Me fijo en la perpectiva,

en los puntos de fuga,

en los matices que consiguen

hacer más bella la pintura.


Me sorprendo a mi mismo

con un estilo nuevo

lleno de color, de luces,

cargado de ilusión

porque el resultado

ahora es fiel a mi visión

de lo que el arte significa

en mi interpretación de la vida. 

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