miércoles, 26 de febrero de 2025

OPINIÓN: TIRANOS

 


Vivimos en un ritual de tiranías encabezadas por líderes que no se identifican como tiranos por el mero hecho de que alcanzaron el poder con el voto y el apoyo de una enorme cantidad de ciudadanos. Los rusos no podían intuir que al elegir a Vladímir Putin, 25 años después aún vivirían bajo su mando. Tampoco los venezolanos pensaron que el chavismo venía para quedarse y su versión madura sería peor que la original. Más pistas tenían los chinos de que nada cambiaría en su país y que un Hong Kong revertido sería un Hong Kong sometido. Donald Trump capitaliza la política de su país desde que en 2016 accediera al poder y ocupara el Tribunal Supremo con nombramientos que a la larga han salvado su carrera política y amenazan con blindarla de cualquier control imprescindible.

La autodestrucción no se puede acometer a medias, como bien saben los adictos, y el pueblo norteamericano decidió darse una segunda oportunidad con la reelección de Trump. No dejaban de sorprender las voces que declaraban reiteradamente que la política de Biden y la de Trump con respecto a la guerra en Gaza carecía de diferencias. Para los que van de puros tiene mala prensa la respetable opción de votar por el mal menor, pero aquel viejo algo decrépito guardaba una enorme distancia con el magnate en ese asunto. Ese nefasto pensamiento político de que todos son iguales siempre beneficia a los peores. Bastó ver cómo Netanyahu prolongó la falta de negociación sobre el intercambio de rehenes por presos palestinos con la única misión de erosionar las opciones electorales de los demócratas. Algo que recordaba poderosamente al secuestro de la embajada de Estados Unidos de Teherán y que machacó a Jimmy Carter frente a Ronald Reagan.

Entre las tiranías sin tiranos destaca Benjamín Netanyahu. Tras el fracaso de la seguridad nacional que supusieron los atentados de Hamás en un festival musical fronterizo, ha arrasado Gaza hasta el escombro. Pero también ha destruido el prestigio internacional de Israel, cuyo Gabinete está acusado por los tribunales internaciones de genocida, algo que confirma el alborozo con que han recibido la infame propuesta de reconstrucción de Trump para el territorio palestino. Netanyahu lleva desde 1996 prácticamente sin apearse del consejo rector de su país, tejiendo alianzas y técnicas de supervivencia personal. Su aclamación de Trump como el presidente norteamericano más amigo de Israel en la historia es toda una revelación de la agenda particular de ambos. Los tiranos tienen en común que ignoran al país una vez que lo gobiernan. Ellos son la nación. Esa identificación personal convierte los defectos humanos en encarnaciones de la patria. Un desastre absoluto.

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